jueves, 15 de julio de 2010

Prólogo de "Palabras Grávidas", por Diana Wechsler

Creo que la lectura de este libro es imprescindible, o por lo menos, muy necesaria. Es uno de esos hitos que la cultura nos ofrece no sólo para informarnos sino para producirnos una transformación, un cambio de conciencia. Y en este caso, en el tema de la maternidad, es un cambio que como seres individuales y como sociedad necesitamos.

A ningún observador atento se le escapa la profunda contradicción que la sociedad tiene respecto a la maternidad. Por un lado, nuestra tradición judeo-cristiana la sacraliza, pero por otro lado la denigra. Y esto se traduce en un lugar confuso: ¿se la valoriza?, ¿se la castiga?, ¿se la esconde?, ¿se la revela? No siempre está claro y suelen ser mujeres de carne y hueso quienes sufren es sus vidas esta contradicción.

Es por eso que leer “Palabras Grávidas” es disponerse a ingresar en un calidoscopio donde se multiplican las miradas sobre el nacer y el parir, sobre recorrer ese entretejido que une los deseos, los intentos, los logros, las luces y sombras de todos los hombres, y que descubre cómo el hecho más común y más animal puede ser al mismo tiempo el más sagrado y maravilloso: nacer, ser. Claro que este despliegue debe llevarlo adelante alguien con la sensibilidad suficiente como para percibirlo. Es aquí cuando la relación persona-escritor-tema se presenta como un todo. En este juego de espejos de espejos, donde se van mirando unos a otros, es donde aparecen las múltiples lecturas, y las que nosotros también elegimos.

Creo necesario hablar primero de la persona, de esa que es capaz de asomarse a ese universo. Conozco a Carlos desde hace muchos años. Permitió que lo acompañe en parte de su camino de búsqueda personal, de construcción de su identidad, y sus condiciones hicieron que ese camino fuera profundo y transformador, recorrido con rigurosidad y compromiso. También asistió como alumno a mis seminarios sobre maternidad, y es de destacar que no era un lugar fácil: único hombre en un grupo de mujeres, profesionales del tema, que con pasión encaran, defienden y discuten su tarea. Pudo ingresar “al otro lado” y hacer de puente de lo femenino-masculino, de la maternidad y paternidad, siempre con humildad y respeto, enseñando como se puede ser fuerte y sensible al mismo tiempo.

Como escritor ya tiene un recorrido hecho. Su interés por lo humano, por los vínculos, las relaciones entre personas van apareciendo en su obra con ternura (su libro “Olga y Eusebio, papeles resguardados al rescoldo del amor”, donde rescata la obra de su abuelo, da cuenta de esto). La investigación extraordinaria que realiza para “Palabras Grávidas” es de destacar. No es un material que se encuentra con facilidad, y él le da un ordenamiento particular. Con un cuidado infinito, casi sin aparecer, Carlos va desovillando el inconsciente colectivo y lo transforma en anécdota, en relato, en concepto. Creo que sólo una mirada como la suya es capaz de guiarnos por ese laberinto que es el alma humana, sin susto por las sombras ni aplauso por lo obvio.

Formalmente, este libro trata del lugar que ocupa la maternidad en la literatura. O sea, qué lugar ocupó y ocupa la maternidad en la vida, traída por los diferentes autores y sus personajes. En la estructura del libro (concepción-embarazo-parto) es interesante cómo Carlos elige a quienes mencionaron en sus obras diferentes tramos de este pasaje humano. Tanto aparece la humanización que hace Saramago del nacimiento de Jesús, como la chispa de luz en medio de la sombra de Cheever, o la elevación temática de Liliana Bodoc o lo conmovedor de Margaret Atwood. Estos y muchísimos autores más están unidos por un hilo invisible, por un hilo temático que los va uniendo a todos. Carlos respeta y transcribe sus escritos, sin darle importancia ni a su época histórica, ni a su escuela literaria ni al país de donde vienen. Solo los une el haber introducido en sus páginas referencias breves o extensas sobre la maternidad, el haberse conmovido detrás de estos hechos. Entre todos ellos se teje una red, y nosotros, como hijos de alguien y como padres de otros también formamos parte de esa trama.

Carlos tiene la capacidad de hablar por todos los hijos, por todos los padres, por los autores vivos, por los autores muertos, por lo personajes reales o los personajes ficticios. Entonces sí nos posibilita que entremos en una dimensión donde nos encontramos todos, absolutamente todos, para ponernos en contacto con la pura esencia humana.
Lic. Diana Wechsler
Directora de Natal - Docencia en Maternidad
Buenos Aires, 2006

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