domingo, 24 de septiembre de 2017

“Fue tu odio”



Ir a ver de nuevo “Terrenal”, volver a encontrar la fraternidad en disputa de los dos formidables Claudios (Da Passano y Martínez Bel), hallar en falta la contundente presencia física de Claudio Rissi, pero admitir a cambio que Rafael Bruzza nos brinda un Tatita también excepcional y pródigo en elocuencia. Purgar, en fin, por el terror y la piedad las muchas emociones de un presente ominoso, gracias a una dramaturgia luminosa y a un festín teatral impar, único, del carajo.

Y escuchar mejor un texto que estremece los cimientos del mundo del Capital y entender, en las palabras de Abel a Caín, el origen de nuestros males: “No sé cómo lo hiciste, pero sé que fuiste vos. Fue tu odio”.

Por Carlos Semorile.

martes, 12 de septiembre de 2017

El valor de la palabra



Sin respuestas políticas, apenas apelando a sus instintos represivos corregidos y aumentados, el establishment vernáculo ha decidido confrontar, tanto en el Norte como en el Sur, con los pueblos originarios y sus representantes, aquellos para quienes la palabra, y el cumplimiento de la palabra empeñada, mantienen su valor. No es un valor que cotice en el mercado, pero es sagrado y ellos lo saben.

Deberían saberlo much@s otr@s argentin@os, pues durante 12 años hubo un rescate de la palabra pública, esa que debería valer lo mismo que una firma o un juramento. Pero, claro, también persiguen a la mujer que, justamente haciendo uso de la palabra, puso en evidencia –y pone todavía- a todos aquellos que degradan en los hechos lo que dicen o inclusive cantan con sus bocas. Porque no se trata de gestos, se trata de comprender, comunicar y hacer legible el sentido de una época.

Frente al hecho cierto de la desaparición forzada de Santiago Maldonado, ese sentido busca ser tergiversado o directamente arrasado. Recién nomás, y frente a cámaras, una patota de policías de civil buscó infiltrarse entre quienes se manifestaban frente a los tribunales de Esquel. Aún descubiertos, uno de ellos pretendió llevarse a un manifestante, como si no bastara con la vida en vilo de Maldonado.

La batalla cultural que está en la base de los combates sociales argentinos de ayer, ahora y siempre, es dirimida de muchos modos, algunos bastante sofisticados, otros muy rudimentarios. Pero a tod@s debería preocuparnos el angostamiento de las alternativas que, en las actuales circunstancias, tiene el futuro del proyecto comunitario. Acaso debamos mirar con mayor atención a los pueblos originarios y, como ellos, hacer un credo de la Cultura, la Palabra, y la Justicia como verdaderos sostenes del devenir humano. Después de todas las que pasamos, y aunque cueste creerlo, nos va la vida en ello.

Por Carlos Semorile.

Lo que no fluye…



“A través de la ciudad” recopila las notas que Raúl Scalabrini Ortiz escribiera para La Nación entre 1928 y 1930, cuyo contenido está dedicado a cuestiones de índole municipal de la ciudad de Buenos Aires: baches, impuestos excesivos, servicios mal prestados, baldíos donde pululan las ratas, cuadras “tomadas” por barras de muchachotes insolentes, empresas que incumplen normas, inspectores coimeros, obras inconclusas, inundaciones, falta de alumbrado público, etc.

Es una oportunidad para quienes deseen conocer la ciudad de hace casi un siglo, y puede ser leído en una línea de continuidad respecto de la “Crónica y diario de Buenos Aires”, en la que Alberto Mario Salas recrea la aldea colonial de Santa María, ya aquejada de muchos de esos mismos problemas que un siglo más tarde retomará Scalabrini.

Pero, sobre todo, es una excelente ocasión para conocer al Scalabrini anterior a su etapa de lúcido ensayista del Pensamiento Nacional. Del primero al segundo hay una distancia considerable, y es lícito imaginar el arduo trabajo que Scalabrini fue haciendo consigo mismo para despojarse de ideas que obstaculizaban su comprensión del país y de las fuerzas que imposibilitan su emancipación. Como él mismo dijera: “El que no lucha se estanca, como el agua. El que se estanca, se pudre”.   

No es fácil acceder a las sencillas verdades que nos brindan los pensadores nacionales y populares, y no lo es por la simple razón de que todo está dispuesto para que no encontremos nunca los tesoros del Pensamiento Nacional. Pero aún hallando el escondido cofre de las generosas y patrióticas reflexiones de nuestros pensadores, todavía hay que despojarse del “autodesagrado argentino”. Y hacerlo cada día…

Por Carlos Semorile.