miércoles, 25 de marzo de 2015

Liberales o nacionales




Ayer, en la Plaza del 24, “el que no salta es un militar”, se cantó casi como una consigna refleja, y duró apenas un instante. ¿Cómo podría ser de otro modo si todos estos años fueron desenmascarando la trama y la complejidad de una dictadura que fue cívico-militar: mediática, eclesiástica, empresarial, judicial? ¿Nos acosa hoy un poder militar, o nos acecha una alianza mediático-judicial? Y en este contexto, ¿atrasa o adelanta fotografiarse con Milani? Como no sabe responder a esta pregunta, la mal llamada izquierda termina creyendo que el enemigo es Hebe de Bonafini. Una primera cuestión, como dice la compañera Isabel Tourn, es “¿Cómo vivís después de quemar un pañuelo?”

Pero quisiera sumar otro horizonte, el mismo que de alguna manera planteó Estela de Carlotto cuando le preguntaron por el silenciamiento que “los grandes diarios” hicieron de la marcha. “Fijate lo que escribieron en 1976: cuando yo los leía, estaba en la vereda de enfrente; hoy estoy en la vereda de la Argentina”. De eso se trata: de sacarse de encima la educación liberal del diario de Mitre, y de pelear cada día contra el mitrismo mental para poder pensar en nacional. En “la vereda Argentina” no hay izquierdas ni derechas: hay liberales, que quieren una colonia, y nacionales, que aspiramos a construir una Patria. Lo haremos con Milani o con algún otro milico nacional. Pero siempre con el pueblo.

Por Carlos Semorile.

"El silencio es enemigo de la verdad"



La frase podría haber sido dicha en el reciente Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, pero la dijo Estela de Carlotto. Salió, entonces, de las entrañas mismas de la Plaza de Mayo, y valió como sepulcro para los paraguas fúnebres del 18F. Con delicadeza, podría seguirse la senda que abre esta idea formidable y decir que la verdad necesita de palabras adecuadas, precisas, grávidas del sentido emancipatorio que deben tener todos los discursos comunitarios. En un nuevo aniversario del inicio del Proceso de Reorganización, es necesario estar atentos a todos los silencios cómplices, y aún a todos aquellos balbuceos que, camuflados en envases de colores, pretenden clausurar el ciclo kirchnerista. Porque está en juego la única verdad, que es nada menos que el ser de todos y cada uno de nosotros. Eso es lo que cantamos en la Plaza: que los emancipados queremos ser nosotros mismos.

Por Carlos Semorile.

domingo, 15 de marzo de 2015

El canto y las tradiciones



Más allá del equívoco del título, este no es un escrito sobre folklore. O sí, pero en todo caso eso se verá después. Lo cierto es que el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad comenzó y concluyó del mismo modo: con exhortaciones a recuperar el canto y las canciones. “La patria que hemos soñamos tiene el nombre del futuro: cantemos para ella nuestra mejor canción”, fueron las muy elaboradas palabras de la ministra Teresa Parodi en el inicio de la primer jornada. Por su parte, en el cierre, Marisa Matías recordó –y casi cantó- los versos de “Grândola, Vila Morena” (“Tierra de fraternidad, el pueblo es quien más ordena dentro de ti, oh ciudad”), una canción significativa durante la Revolución de los Claveles, es decir dos años antes que Matías naciera.

La música popular forma parte de la educación informal, esa que nos llega por tradición cultural. En este sentido, Paco Ignacio Taibo II sostuvo que “la educación sentimental es la que construye la cultura, esa educación que no se va”. “La Tabla Periódica de los Elementos no me la sé”, admitió el mexicano. Pero al conocer la historia y sobre todo la enseñanza del “todos para uno y uno para todos” de Los Tres Mosqueteros, sabe que “el trabajo cultural construye columna vertebral, construye organización”, y hace a la formación política de los militantes. Y de los no militantes también porque acceder al mundo de la lectura es “poder ver el mundo con los ojos de otros: romper la cárcel del yo”. Como biógrafo del Che, Paco Taibo hizo un fuerte llamado al revisionismo histórico como modo de recuperar nuestra identidad latinoamericana: “La idea bolivariana es también una idea guevarista, no se nos olvide”.

Hablando de identidades y subjetividades, Ticio Escobar abordó el problema de cómo se constituyen los sujetos históricos: “Las identidades no son herencias sustanciales que caen del cielo”, y exigen dificultosas apropiaciones y el trabajo de asumirlas. En una senda similar, la comandante salvadoreña Nidia Díaz afirmó que si las “generaciones no saben de donde vienen, no pueden interpretar un presente y proyectar un futuro de esperanza”. (Se repiten términos poco académicos en estas crónicas, pero es que así “funcionaron” la mayoría de las mesas del Foro, citando poetas, escritores, cantoras y voces amadas. Germán Cano dijo: “Estamos ante la opción de la cultura del miedo o la cultura de la ilusión. Y va a vencer la cultura de la ilusión”, Y Konstantinos Tsoukalas afirmó: “Podemos disfrutar de nuestras fantasías utópicas reprimidas. Venceremos!”). Luego de las palabras de Escobar, Taibo y Díaz, y ante la llegada de Hebe de Bonafini, el moderador Gonzalo Civila dijo que daban ganas de cantar “esa otra que cantan ustedes que dice: no nos han vencido”.

El nombre del último panel –“La Nueva Generación ante la disputa del presente- dio bastante tela para cortar. Axel Kicillof dijo no saber cómo mensurar una generación, y Camila Vallejo recordó un discurso del Chicho Allende en el que sostenía que se trataba de una lucha social y no de una batalla entre generaciones. Dejando a un lado la novedad de “lo nuevo”, Axel retomó la polémica en torno del papel del estado al afirmar que “en la Argentina tenemos un estado rebelde. Autónomo, independiente. Tenemos un estado que lucha contra los poderes genuinos”. Contó de los trabajos al interior del estado para que sus funcionarios comprendan el rol de inclusión de los ciudadanos (llegó inclusive a hablar de “catequización”). Parada sobre otra realidad, Camila insistió en que “la mera conflictividad social sin disputa política, no tiene sentido”. El horizonte chileno, explicó, exige una Asamblea Constituyente.  

Gabriela Rivadeneira narró los avances y desafíos de la Revolución Ciudadana de Ecuador durante un discurso fogoso en el que no cesó de citar, trayendo los nombres claves del actual proceso de emancipación, de Chávez a Kirchner, sin olvidarse tampoco del pionero Fidel. En un congreso tan plural y diverso organizado por las autoridades de un gobierno peronista, y ante un auditorio manifiestamente peroncho, el más permeable fue Iñigo Errejón, quien citó explícitamente a don Arturo Jauretche –aquello de que “las multitudes no odian”- y tácitamente a Evita: “Donde hay una necesidad, nace un derecho”. Por su parte, tanto Kicillof como Mariano Recalde hablaron de su identidad peronista y de la alegría cuando “apareció nuestro Perón”: Néstor Kirchner.

La portuguesa Marisa Matías contó una anécdota vivida en la noche porteña que nos va a servir para cerrar estas líneas. Dijo que estaba con una compañera argentina, una muchacha de unos veinte años quien le dijo algo que le permitió aprender “lo que fue la transición política aquí en la Argentina”. “Mis abuelos bailaban el tango, mis padres no bailaban, pero nosotros bailamos otra vez. Yo de verdad pienso que es una frase que condensa todo un cambio político muy profundo de un pueblo que volvió a bailar”. Y tiene razón Marisa: es tan contagioso esto que vivimos que ella misma casi se anima a cantar un fado en pleno Cervantes. Cuando se asumen las tradiciones emancipatorias, cuando las subjetividades pasan a ser identidades colectivas, cantar y bailar también forman parte de la batalla por la hegemonía cultural, por la emancipación de las voces y los cuerpos. En la Argentina, tierra de fraternidad!

Por Carlos Semorile.

sábado, 14 de marzo de 2015

Primerear la lengua



En la apertura del Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad, Ricardo Forster puso la vara bien alto al llamar a “salvar a las palabras de la barbarie". Horas más tarde, al participar de una de las mesas, insistió al señalar que “hay palabras bellas, palabras que debemos proteger, palabras que han sido lastimadas por las miserias de la historia”. Diría que este llamado quedó en suspenso mientras se expusieron cuestiones de orden político, y que recién se debatió a fondo cuando Horacio González se encargó de levantar el testigo.

Pero vayamos por partes. También en el arranque, Teresa Parodi habló de la magnitud del “cambio de época” citando a Guillén: “Tengo lo que tenía que tener”. Pero también al formidable Roque Dalton cuando se preguntaba “por qué escribimos” y respondía: “Custodiamos el tiempo que nos toca”. Eso hacemos también nosotros, dijo la ministra, y luego hizo su propia y maravillosa síntesis: “Las naciones necesitan ‘ser’ para emanciparse”. Enseguida habló Aníbal Fernández quien, parafraseando al recordando saxofonista de “El perseguidor” de Cortázar, aventuró que “nuestros pueblos ‘están tocando’ sus destinos para pasado mañana”. Después, una de sus perlitas: “Les jode Evo porque es de un pueblo originario, pero además les jode porque gobierna bien”. 

Aníbal sería refrendado por Gabriela Montaño, presidenta de la Cámara de Diputados de Bolivia: “Es posible que los marginados de la historia lleguen al gobierno y que gobiernen bien”. Pero como los gobiernos populares están siendo jaqueados por los conglomerados mediáticos, Emir Sader aseguró que "no habrá democracia sin democratización de la formación de la opinión pública". Y a modo de consigna, agregó: “Este es un año en el que somos todos Argentina, un año en el que somos todos Cristina”. También Ramonet quiso dejar una fuerte apelación: “Tenemos que resistir, y venceremos”. A su turno, Noam Chomsky explicaría el por qué de estos ataques: "América Latina ha estado a la vanguardia de la lucha contra el sistema neoliberal". 

El mismo reconocimiento haría Iñiigo Errejón cuando sostuvo que “Podemos no hubiera sido posible sin los 15 años de coraje que sigue mostrando América Latina”. Tan apabullante como sólido, Errejón dejó una de esas frases que podría haber salido de la pluma de Scalabrini Ortiz: “Los que ayer vendían resignación, hoy venden miedo”. Por su parte, Álvaro García Linera comenzó hablando de las plazas latinoamericanas y del sur de Europa, de la necesidad de esas plazas llenas de pueblo: “La única manera de que la democracia deje su componente fósil es con la calle”. Pero a la vez, alertó sobre lo difícil que resulta mantener un estado de movilización permanente y que por eso mismo hay que institucionalizar las reformas desde el estado: “Abdicar del poder del estado es una forma de cobardía política” (y algún “palito” más a las izquierdas abstractas: “La pobreza por sí sola no genera emancipación”).

Sin embargo, García Linera le dio algunas vueltas de tuerca al tema de estado insistiendo en la necesidad de la comunidad se empodere y de evitar el síndrome de los funcionarios que se apoltronan. En este sentido, pero también por su fuerte conciencia de las dificultades que atraviesan desde los más humildes e inclusive los más altos magistrados del estado que en este ciclo los representan, insistió en que es necesario y urgente “organizar la esperanza”.

Por si no hubiese quedado claro, esta no es una crónica exhaustiva de todas las ponencias del Foro sino apenas unos apuntes subjetivos de algunos momentos de alto poder reflexivo o emotivo. O ambas cosas, como cuando Pedro Brieger comenzó resaltando todo lo que aprendió acerca de “la cuestión nacional” merced a Irlanda y, luego de escuchar a una encendida Martina Anderson, fue visible su emoción al nombrar al mártir irlandés Bobby Sands. La diputada del Sinn Féin (“Nosotros Mismos”, o “La nación organizada” como le llamaba Eamon de Valera) hizo una muy apretada síntesis de 800 años de colonialismo inglés, rescató a los líderes del republicanismo irlandés como James Connolly y, actualmente, Gerry Adams, y aclaró que no es lo mismo decir Irlanda del Norte –un invento inglés- que el Norte de Irlanda. Luego de recitar un poema que Bobby Sands escribió en prisión, la Anderson –con más de trece años ella misma en las cárceles inglesas- concluyó: “Podemos lograr cualquier cosa apelando a nuestra creatividad y a la determinación ideológica”. Ampliando aún más el espectro, Germán Cano contó que en Podemos están intentando incorporar el ámbito de los afectos para construir hegemonía política, y al mismo tiempo criticó el alejamiento de la izquierda tradicional de la cultura popular española. (Respecto de esto último, qué grande el peronismo, no? Por algo se cantó “la marchita” al final de la primera jornada).

Pero decíamos que el convite de Forster había quedado en suspenso, y fue en la última actividad del viernes cuando Jorge Alemán retomó el tema de las palabras convocantes: “La emancipación no está garantizada, es una apuesta, es una contingencia que puede o no suceder” pues, en definitiva, “la emancipación es una interrogación radical acerca de qué cosa debemos emanciparnos”. Por si no quedara claro, Alemán diagnosticó a la globalización neoliberal como el primer sistema empeñado en “producir al sujeto” y así maniatarlo. Hubiese sido muy productivo proseguir esa senda, pero Gianni Vattimo se dedicó al stand-up, y Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo a las alabanzas –como en misa- hacia el Sumo Pontífice, rescatando que Francisco llamó a su grey a “primerear” en los todos los temas relativos al sufrimiento que son como “la llaga de Cristo”. No debió parecerle suficiente a Leonardo Boff, uno de los padres de la Teología de la Liberación: “Yo esperaba que Monseñor viniera a dar la extremaunción -la extremaunción al capitalismo evidentemente-, y a dar la bendición a todos nuestros sueños y proyectos alternativos”. Volvió a salir la cuestión de los peligros que nos acechan, y Boff fue contundente al señalar a los medios como causante del odio: “El odio viene de esto de que esos que antes no eran, ahora son”, y las élites pierden la exclusividad.

Como moderador de la mesa, Jorge Alemán presentó a Horacio González diciendo que “nadie como él ha atravesado todos los legados simbólicos de la Argentina, y ha pensado a la Argentina y a sus legados simbólicos aprovechando una lectura del mundo, y a la vez ha hecho una lectura del mundo interviniendo sobre esos legados simbólicos; por eso, para mí, él es más que el director de la Biblioteca Nacional: es el hacedor de la Biblioteca Nacional”. Enseguida veremos que Alemán no exageraba, pues González comenzó hablando de la herencia de la ilustración argentina “que va de Mariano Moreno a John William Cooke, pasando por innumerable cantidad de militantes: militantes sociales, militantes políticos, mártires políticos, desparecidos”. Y, de inmediato, incluyó a Sarmiento en esa herencia de la ilustración (claro que en su versión popular) porque sostuvo que un sujeto político emancipado no se construye al margen de las lecturas que hemos hecho y de los libros que aún leemos y subrayamos, ya sea que podamos o no darle un cierre a los temas abordados. Y González no sólo evitó la esperable rechifla al sanjuanino, sino que abrió la reflexión hacia los contenidos laicos o sacros de la herencia cultural argentina, y al modo en que se han hecho presentes, a veces de modo trágico, en la historia política del país.

Ya trazado el mapa del desencuentro de ambas tradiciones –la sacra y la laica-, González volvió sobre aquel llamado de Francisco a “primerear”: dijo que se trataba de “una palabra de la picaresca”, y puso especial énfasis en que “el Papa proviene también de la ilustración popular”. Recordó que, antes de ser Francisco, Bergoglio era “uno de los grandes oradores de la vida política y religiosa de la Argentina”: “Y no son muchos, La otra es la Presidenta”. Aquí Sánchez Sorondo lo chicaneó: “¿La Presidenta usa ‘primerear’ también?”. “No, usa otras que están tomadas de argots aún más extremos”. Y agregó González: “El argot que usa la Presidenta va desde ciertos tributos extremos al modo en que se cuece el idioma popular hasta refinadísimos análisis de geopolítica mundial. El arco que abarca la Presidenta todos lo conocemos: es una cuestión retórica que anima permanentemente la vida política argentina”.

Y hablando de retórica, dijo Horacio, “la retórica que utiliza el Papado disputa con los medios: disputa los términos de universalización que tienen los medios de comunicación globalizados”. Y, como la Iglesia ya “manya” algo acerca de la globalización, entonces “antes que TN sabe lo que es la globalización; la ha primereado”. Pero eso mismo no lo sabía la lengua política argentina antes de enfrentarse con “las  grandes entidades retóricas que primerean cómo hay que hablar”. “Y he ahí el tema de lo que hay que liberar, de lo que hay que emancipar, que me parece que es la lengua, el modo en que nos intervinculamos, el modo en que conversamos, y el modo en que generamos estructuras significativas deI lenguaje a diario”. “Ahí hinca su investigación más privilegiada la idea de emancipación, porque está en nuestra lengua el modo en que definimos la vida cotidiana, la vida política, la vida productiva, e incluso la vida militar de los países como algo que puede emanciparnos o como algo que puede oprimirnos”. Francisco primerea entonces “usando la picaresca nacional que conocemos bien” y disputa en nombre de una globalización más justa, y sería torpe que los laicos permaneciésemos indiferentes a este debate.

(En este punto, Horacio rescató “la figura, el fantasma, el espectro de Rodolfo Walsh” como centro -más presente hoy que en su propia época- de la tradición laica. “Tanto él como Cooke son nuestros peronistas irlandeses. Acá se habló bastante de Irlanda: se olvidó el Sinn Féin de mencionar la sucursal argentina del movimiento irlandés que son Rodolfo Walsh y John William Cooke”).

Volviendo al tema, la disputa de la época es por quién tiene la última palabra y entonces “la teoría de la información es la etapa superior de la teoría del imperialismo”. La lengua queda así domesticada por los gerentes de contendidos de miles de horas de programación, y de ese modo somos prefigurados como sujetos de la lengua. “Frente a esto se levanta la teoría de la emancipación, frente a esta chatura y a este desvío de la lengua”. “La emancipación es una sospecha, no es un programa: deseamos que ocurra y puede no ocurrir, y puede ser nuestros recuerdos: el recuerdo de esta noche, de este teatro, y también la emancipación es el recuerdo de todos los grandes textos que leímos”.

En fin, como advertimos, este es apenas un punteo de algunos instantes memorables de este Foro. Y aunque González no acuerde con el título que le hemos dado a esta crónica, guardaremos el recuerdo de esta noche dichosa tanto en lo que tuvo de emancipatoria como de dura advertencia: “Tocando a Bolívar como lo están tocando, y tocando a Venezuela como la están tocando, están tocando nuestra lengua política y el modo en que hablamos”.

Por Carlos Semorile.

jueves, 12 de marzo de 2015

“Tal vez es el tono, tal vez es el estilo…”



Dice Cristina y parece que la deja ahí, picando, pero después –como suele hacer- se las manda a guardar de puntín al fondo: “O tal vez es que somos peronistas, kirchneristas, o que somos nacionales y populares, que es más amplio, que abarca a muchos”. Y debe ser todo eso junto: el tono peronista, el estilo kirchnerista, las ideas nacionales y la pertenencia a la cultura popular. Y aún si modificamos algunos binomios, se comprende por qué la odian: la pertenencia peronista, el estilo popular, los modales kirchneristas y siempre, inalterables, las ideas nacionales. Ese es el quid: la voluntad de construir una Nación digna de ese nombre y “con el pueblo adentro”, con la identidad política del ´45 y con esta de ahora. Con las mismas descortesías de toda la vida. Pero no se deje enrular. No es el estilo, pavote: son las ideas nacionales las que dejarán un país cómodo para los compatriotas e incómodo para los cipayos.

Por Carlos Semorile.

martes, 10 de marzo de 2015

Carta abierta a los pinches gringos



El gobierno de Estados Unidos aplica sanciones a la Venezuela Bolivariana por supuestas amenazas a su seguridad nacional, pero es la misma administración que reconoció que la CIA tortura en sus “interrogatorios”. Semejante cinismo por parte de vuestras autoridades nos lleva a que pensar que ustedes, ciudadanos de USA, son siempre los últimos en enterarse de todo. Como “cáidos del catre”, viven en tal estado de inocencia que nunca se enteran que, después de cierto umbral, ya no se es inocente sino perverso. Quienes hemos tenido la fortuna de nacer bajo otros cielos, sabemos lo poco que les importa el padecer de los demás, ese cúmulo de sufrimientos que siempre atraviesan millones de seres humanos de todo el ancho mundo por obra y gracia del Tío Sam. Por eso, salvo para vuestra puerilidad extrema, las palabras de dicho informe son, para todos nosotros, apenas un montón de mierda. “Bullshit”, como dicen ustedes.

Torturas, vejaciones, crímenes, injerencias, bombardeos, invasiones, atentados terroristas, mutilaciones, desaparecidos, viudeces, orfandades, genocidios, ningún rubro han dejado sin cubrir. Nada de lo hórrido ni de lo cruel les es ajeno. Pero, claro, ustedes como si nada. Pasan por la vida subsumidos en la burbuja del consumo, como adheridos a las cosas –y, en algún punto, parecidos a cosas-, sin más horizonte que el del sueño americano, del éxito a costa de lo que sea. La opulencia les ha embrutecido los sentidos, y son tan pobres que ni filosofía tienen. Total!, para qué?, si el sentido de la existencia está predeterminado y se han rendido mansamente a los dictados de un materialismo sin alma ni corazón. Sigan así, alimentándose de mentiras, creyendo como párvulos en el destino manifiesto. O, mucho peor, que ustedes son la garantía universal de un sistema del que nada saben: la democracia.

Dan pena, muchachos. Les han vendido que son los inventores de la libertad y no advierten que, del primero al último, son esclavos de las corporaciones. Si se animan a salir de La Caverna, verán que el complejo militar-industrial dirige el andamiaje de todas sus guerras y batallas, que los ilusionistas financieros manejan los hilos de una economía en estado de burbuja permanente, y que la corporación mediática se encarga de que vivan en estado de zozobra y terror perpetuo, pero con los wines cambiados y la candidez de pensar que el enemigo es el Otro. Muy por el contrario, en el todo el orbe nos conmueven sus tragedias y somos solidarios con vuestros dolores, llámense Katrina, desalojos en favor de los grandes bancos, la miseria de un sistema de salud sólo para los ricos, el racismo y la violencia policial y judicial contra negros y latinos, y, desde ya, la inmensa desgracia de vivir bajo un estado policíaco casi demencial.

Y, del mismo modo, nos alegramos cuando los vemos “despiertos”, cuando ganan las calles y pelean por sus derechos. Y sí, los recontra recagan a palos…, si lo sabremos nosotros que tenemos el lomo marcado por la ley del garrote. Pero no hay otra, hermano: o vuelven a salir todas las veces que haga falta, o los vuelven a encerrar a todos en ese manicomio llamado Springfield, con el pochoclo en la boca y la tele a todo volumen. ¿O ustedes por qué creen que cientos de miles de personas de todo el planeta han sido torturadas por agentes estadounidenses? ¿Por puro gusto de las víctimas, por alguna extraña vocación sacrificial? No, loco, fue por pretender vivir en paz, sin hambre, con justicia y libertad. Como escribiera Sven Lindqvist: “Tú ya sabes lo suficiente. Yo también lo sé. No es conocimiento lo que nos falta. Lo que nos falta es el coraje para darnos cuenta de lo que ya sabemos y sacar conclusiones”.  

(Habrá, no lo dudo, quien considere injusto este escrito que mete a todos los pinches gringos en la misma bolsa. Sí, claro, como hacen ellos con nosotros los sirios, con nosotros los palestinos, con nosotros los árabes, con nosotros los africanos, con nosotros los latinos, con nosotros los bárbaros. Y habrá quien se espante de no haber diferenciado a tantos que se lo merecen porque, obvio, no es lo mismo Kissinger que Chomsky. Nadie en su sano juicio diría que Lillian Hellman, Salinger, Satchmo, la Holiday, Wright Mills, Petras, Oliver Stone o Woody Allen  -por nombrar apenas los primeros que se me vienen a la mente- han sido o son mala gente. Pero ellos son la rara excepción, y la regla es un sistema cultural monolítico que nos tiene las bolas llenas con su hipocresía de décima y, por sobre todo, con su asedio y su atropello. Entonces, queridos gringos, entérense de una buena vez: no son mejores que nadie).

Por Carlos Semorile.