miércoles, 5 de julio de 2023

La república contra sus “citoyens”

 

La “Francia Republicana”, que salió a manifestarse en apoyo de alcaldes e instituciones (más bien sus edificios), debe considerar -al igual que aquí- que el pueblo de la nación es una execrencia que debería no existir. (Recomiendo ver esas imágenes: se trata de “la Francia blanca”, “chic”, y todas y todos bastante mayores -ni un sola persona joven-, y ya sabemos lo que Jauretche decía de estos rejuntes sin destino histórico-).

 

El muchachito asesinado en un control policial era de origen argelino y esta caricatura evoca la ocupación francesa de Argelia, cuando el FLN atacaba los bares donde paraban quienes martirizaban a sus compatriotas. La política francesa aplicada a partir de la ocupación del país árabe en 1830 buscó terminar con la propiedad comunal de la tierra, para lo cual “Los jefes militares han desarrollado (…) en los soldados franceses la ferocidad necesaria para llevar a cabo lo que esos verdugos llaman “restablecimiento del orden” (…) De hecho los soldados, cuando han estado quemando aldeas y masacrando a tribus argelinas durante años, resultan aptos para ensangrentar las calles de nuestras ciudades (…) Todos los generales versalleses pasaron por esa escuela” (Benoît Malon citado por Kristin Ross en “Lujo Comunal”).

 

Una vez entrenados en masacrar tribus, los generales franceses podían llevar su salvajismo del campo a la ciudad, como hicieron al aplastar en 1871 La Comuna de París. Uno de esos jefes fue Thomas Bugeaud, de quien Sarmiento decía haber aprendido tácticas de contrainsurgencia: “Francia, tiempo antes había ocupado Argelia, gracias a la perspicacia del mariscal Bugeaud, que conocía la guerra de guerrillas de los españoles contra los ejércitos franceses, y que en su momento departirá con el jactancioso Sarmiento, que le explica cómo operan las montoneras y luego alardeará en Buenos Aires que aprendió estrategia militar con los jefes franceses de la ocupación argelina” (Horacio González, “Fusilamientos”). Delicias de las relaciones franco-argentinas en lo que han tenido de ocultas, escabrosas y macabras.  

 

El exterminio del pueblo argelino –del que salió, no lo olvidemos, la “guerra contrarrevolucionaria” en la que se formaron los genocidas argentinos-, parece haberse “introyectado” a los suburbios franceses. Para los “galos puros”, los nuevos franceses siguen siendo extranjeros. La paradoja es que sean los descendientes de Vercingétorix quienes se dedican a sitiar a los “bárbaros”, y sean a la vez sitiados por ellos.

 

Este racismo entronca con la histórica brutalidad de las fuerzas de seguridad francesas. En “La Orquesta Roja”, Gilles Perrault recoge el testimonio de un oficial nazi durante la ocupación de París: “aunque nos reprochan nuestra falta de humanidad, aquí no utilizamos la totalidad del material de tortura que nos dejaron los franceses”. ¿Por qué la “Francia de las Luces” elude siempre mirarse en este espejo?

 

Por Carlos Semorile.