Cuando comenzaron los primeros síntomas de sociopatía
macrista –o sea, casi de inmediato- comenté sobre un antecedente lejano en el
tiempo, y desconocido por muchos. Ocurrió en la provincia de San Juan cuando
todavía la mandoneaban los conservadores pero era inminente el desembarco
radical que, con la conducción de Yrigoyen, ya gobernaba en el resto del país.
Sucedía que, dentro del viejo tronco radical que dirigían
los así llamados “principistas”, había surgido un ala joven que conducía
Federico Cantoni. Los muchachos “intransigentes” eran muy activos, se
desplazaban por toda la provincia denostando al “Régimen” y, como no estaban
ajenos a las “nuevas tecnologías” de la época, organizaban sesiones de cine
para juntar auditorios. Los “intransigentes” no sólo eran jóvenes
radicalizados: tenían una astucia que a los viejos radicales “principistas” les
había llevado toda la vida conseguir.
En 1916 y 1917, ambos sectores concurrieron juntos
“ma non troppo” a las elecciones nacionales y provinciales, y las dos veces
perdieron frente a los conservadores. Hubo un “cisma”, Cantoni creó la UCR
Intransigente, y él y los suyos fueron expulsados del Radicalismo. Pero Cantoni
era dueño de una oratoria vibrante, llena de giros coloquiales y campechanos
que imantaban a las masas. El 24 de noviembre de 1919, ante la llegada de un
interventor yrigoyenista, los “intransigentes” produjeron el “17 de octubre
sanjuanino”.
Pese a la contundencia de las multitudes en las
calles, los “principistas” seguían disputando los cargos para la elección
provincial de 1920. Como no hubo acuerdo, ambos sectores buscaron la mediación
de Yrigoyen, y don Hipólito les impuso una fórmula donde no había ni
intransigentes ni principistas, y que disgustó por igual a ambos sectores. La
encabezaba el psiquiatra Amable Jones, médico de las hermanas de Yrigoyen, y
que era una suerte de “paracaidista político” sin vínculos con ninguno de los
dos grupos en disputa.
Con “la fórmula de la unidad”, los radicales
vencieron a los conservadores, y Jones alcanzó la gobernación. De entrada
nomás, Jones pretendió “sobrevolar” la interna radical y nombró un gabinete
mayoritariamente porteño. Cantoni y sus hombres fueron a verlo para que
nombrara a hombres de la provincia, pero salieron convencidos de estar frente a
un “interventor” que venía a manejar San Juan como si fuese un manicomio a
cielo abierto. Cantoni dijo: “Nosotros en San Juan estaremos locos, pero no
tanto como para que nos embolsen”.
El siguiente paso en falso de Jones fue avanzar sobre
prerrogativas del Poder Legislativo, nombrando a los miembros de la Corte y a
los comisionados municipales. Como los legisladores sin excepción rechazaron
estos nombramientos, Jones vetaba las leyes que salían de las Cámaras y reponía
por decreto a las autoridades municipales. Tras cinco meses de idas y vueltas,
se realizaron las elecciones municipales en las que Jones se dio el lujo de dar
por buenas las ganadas por el oficialismo y anular los triunfos de la
oposición.
También avanzó sobre el Poder Judicial y pretendió
que el Presidente de la Corte avalara la designación del resto de los miembros
del Alto Tribunal que él había propuesto pero que no contaban con el acuerdo
del Senado. Cuando el Presidente de la Corte se negó, le ordenó a la policía
que lo desalojara y lo denunció por desacato; y cuando el Fiscal y el
Procurador General se negaron a procesarlo, Jones directamente los exoneró. En
apenas seis meses, Jones había decapitado al Poder Judicial de la provincia.
La crisis se agravó todavía más
cuando los parlamentarios dieron asilo al Presidente de la Corte, y Jones resolvió
-policía mediante- cerrar la Legislatura. Los legisladores -Cantoni incluido-
fueron a gestionar ante Yrigoyen, pero éste continuó respaldando a su amigo
Jones. Entonces, el 26 de febrero de 1921 los legisladores “antijonistas”
conducidos por Cantoni se reunieron afuera de la legislatura para iniciarle
juicio político. Fue el comienzo del “bloque” legislativo de oposición a Jones,
y el origen de la denominación “bloquista”.
El bloque “bloquista”, valga la
redundancia, agrupaba no sólo a la UCR Intransigente, sino a todos los que
respaldaban a Cantoni como líder que enfrentaba las consecuencias de la
política yrigoyenista en San Juan. La transformación de la UCRI en Bloquismo
surgía de la lucha política contra un enemigo común, y no de una postura
ideológica o de principios (que más adelante serían plasmados en la
Constitución provincial de 1927, precursora de derechos como el voto femenino,
el salario mínimo y el acceso a la vivienda).
Habría muchas cosas más para contar
de aquella experiencia formidable que creó un Radicalismo de avanzada,
sumamente emparentado con las conquistas del Peronismo. Por lo pronto digamos
que, veinticuatro años más tarde, el Peronismo operaría bajo esta misma lógica
frentista de acumulación detrás de la figura de un líder, y alejada de exámenes
discriminadores –propios de ciertas izquierdas- en base a supuestas purezas
ideológicas. Como aquel frente “bloquista”, la “Unidad Ciudadana” surge de la
lucha política contra un enemigo común. Y agrupa no sólo a un partido, sino a
todos los que respaldan a Cristina como líder que enfrenta al neoliberalismo y
todas sus sociopatías.
Por Carlos Semorile.