jueves, 22 de junio de 2017

Evitad los rulos



Cuando comenzaron los primeros síntomas de sociopatía macrista –o sea, casi de inmediato- comenté sobre un antecedente lejano en el tiempo, y desconocido por muchos. Ocurrió en la provincia de San Juan cuando todavía la mandoneaban los conservadores pero era inminente el desembarco radical que, con la conducción de Yrigoyen, ya gobernaba en el resto del país.   

Sucedía que, dentro del viejo tronco radical que dirigían los así llamados “principistas”, había surgido un ala joven que conducía Federico Cantoni. Los muchachos “intransigentes” eran muy activos, se desplazaban por toda la provincia denostando al “Régimen” y, como no estaban ajenos a las “nuevas tecnologías” de la época, organizaban sesiones de cine para juntar auditorios. Los “intransigentes” no sólo eran jóvenes radicalizados: tenían una astucia que a los viejos radicales “principistas” les había llevado toda la vida conseguir.

En 1916 y 1917, ambos sectores concurrieron juntos “ma non troppo” a las elecciones nacionales y provinciales, y las dos veces perdieron frente a los conservadores. Hubo un “cisma”, Cantoni creó la UCR Intransigente, y él y los suyos fueron expulsados del Radicalismo. Pero Cantoni era dueño de una oratoria vibrante, llena de giros coloquiales y campechanos que imantaban a las masas. El 24 de noviembre de 1919, ante la llegada de un interventor yrigoyenista, los “intransigentes” produjeron el “17 de octubre sanjuanino”.   

Pese a la contundencia de las multitudes en las calles, los “principistas” seguían disputando los cargos para la elección provincial de 1920. Como no hubo acuerdo, ambos sectores buscaron la mediación de Yrigoyen, y don Hipólito les impuso una fórmula donde no había ni intransigentes ni principistas, y que disgustó por igual a ambos sectores. La encabezaba el psiquiatra Amable Jones, médico de las hermanas de Yrigoyen, y que era una suerte de “paracaidista político” sin vínculos con ninguno de los dos grupos en disputa.

Con “la fórmula de la unidad”, los radicales vencieron a los conservadores, y Jones alcanzó la gobernación. De entrada nomás, Jones pretendió “sobrevolar” la interna radical y nombró un gabinete mayoritariamente porteño. Cantoni y sus hombres fueron a verlo para que nombrara a hombres de la provincia, pero salieron convencidos de estar frente a un “interventor” que venía a manejar San Juan como si fuese un manicomio a cielo abierto. Cantoni dijo: “Nosotros en San Juan estaremos locos, pero no tanto como para que nos embolsen”.

El siguiente paso en falso de Jones fue avanzar sobre prerrogativas del Poder Legislativo, nombrando a los miembros de la Corte y a los comisionados municipales. Como los legisladores sin excepción rechazaron estos nombramientos, Jones vetaba las leyes que salían de las Cámaras y reponía por decreto a las autoridades municipales. Tras cinco meses de idas y vueltas, se realizaron las elecciones municipales en las que Jones se dio el lujo de dar por buenas las ganadas por el oficialismo y anular los triunfos de la oposición.

También avanzó sobre el Poder Judicial y pretendió que el Presidente de la Corte avalara la designación del resto de los miembros del Alto Tribunal que él había propuesto pero que no contaban con el acuerdo del Senado. Cuando el Presidente de la Corte se negó, le ordenó a la policía que lo desalojara y lo denunció por desacato; y cuando el Fiscal y el Procurador General se negaron a procesarlo, Jones directamente los exoneró. En apenas seis meses, Jones había decapitado al Poder Judicial de la provincia.

La crisis se agravó todavía más cuando los parlamentarios dieron asilo al Presidente de la Corte, y Jones resolvió -policía mediante- cerrar la Legislatura. Los legisladores -Cantoni incluido- fueron a gestionar ante Yrigoyen, pero éste continuó respaldando a su amigo Jones. Entonces, el 26 de febrero de 1921 los legisladores “antijonistas” conducidos por Cantoni se reunieron afuera de la legislatura para iniciarle juicio político. Fue el comienzo del “bloque” legislativo de oposición a Jones, y el origen de la denominación “bloquista”.

El bloque “bloquista”, valga la redundancia, agrupaba no sólo a la UCR Intransigente, sino a todos los que respaldaban a Cantoni como líder que enfrentaba las consecuencias de la política yrigoyenista en San Juan. La transformación de la UCRI en Bloquismo surgía de la lucha política contra un enemigo común, y no de una postura ideológica o de principios (que más adelante serían plasmados en la Constitución provincial de 1927, precursora de derechos como el voto femenino, el salario mínimo y el acceso a la vivienda).

Habría muchas cosas más para contar de aquella experiencia formidable que creó un Radicalismo de avanzada, sumamente emparentado con las conquistas del Peronismo. Por lo pronto digamos que, veinticuatro años más tarde, el Peronismo operaría bajo esta misma lógica frentista de acumulación detrás de la figura de un líder, y alejada de exámenes discriminadores –propios de ciertas izquierdas- en base a supuestas purezas ideológicas. Como aquel frente “bloquista”, la “Unidad Ciudadana” surge de la lucha política contra un enemigo común. Y agrupa no sólo a un partido, sino a todos los que respaldan a Cristina como líder que enfrenta al neoliberalismo y todas sus sociopatías.

Por Carlos Semorile.

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