martes, 30 de septiembre de 2014

Nosotros, los que tenemos claros los verbos




La próxima vez que me pregunten qué significa hoy ser peronista en la Argentina, diré, como Cristina, que es tener los verbos claros. Somos los que sabemos que negociar es una cosa, y traicionar es otra cosa muy distinta. Los que no confundimos hablar con transar, acordar con bajarse los lienzos, ni saludar con arrodillarse. Saber conjugar los verbos nos permite entender como acoso la figura del “desacato”, y olfatear en el aire que las amenazas vienen siempre del Norte y nunca del Oriente.

Al mismo tiempo, nos agudiza el entendimiento de los tiempos verbales en su conjunción con los tiempos políticos, para no caer en la trampa de ningún “servidor del pasado en copa nueva”. Y porque somos la matriz cultural y política del Movimiento Nacional, y porque tenemos claros los verbos, somos los que trabajamos para que todos los futuros se conjuguen con la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria.

Por Carlos Semorile.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Cristina y la Cuestión Nacional



Cristina diserta en la ONU, y deja a más de medio mundo desnorteado y sin capacidad de elaborar una respuesta que medianamente esté a la altura de los desafíos que ella planteara tanto en la Asamblea como en el Consejo de Seguridad. En vez de ningunearla a tabla rasa, como hace la canalla mediática, o de apresurarnos a festejarla sin más -como estamos tentados a hacer-, nos parece mejor preguntarnos por qué la palabra de la Presidenta logra semejante repercusión y trasciende del modo en que lo hace. Modestamente, creemos que esto sucede porque el discurso de Cristina no es apto ni para el liberalismo financiero de la derecha (que todavía está digiriendo la caracterización de “terroristas económicos”), ni para el liberalismo cultural de la izquierda que aún está esperando que la Presidenta diga “imperialismo” para medir en sangre su grado de pureza internacionalista.

Pero resulta que por las venas de Cristina corre la Cuestión Nacional, y toda su elaboración discursiva -puertas adentro de la Patria- hace hincapié en la necesidad de cohesionar las distintas fuerzas y factores del quehacer argentino para así tener la chance de erigir y sostener una Nación “con el pueblo adentro”. Y cuando la Presidenta lleva la Cuestión Nacional a los ámbitos de debate internacional y dice, por ejemplo, que los pueblos se hallan jaqueados por fantasmales legiones del terror que desmiembran los países y desarticulan las naciones, entonces hace trizas el “sentido común” del palabrerío liberal. Porque el famoso sentido común tiene una base material que alcanza su elaboración teórica con el liberalismo económico de la derecha, y tiene una superestructura ideal gobernada por el liberalismo progresista de izquierda que maneja nociones abstractas pero carece de raíces culturales profundas.

Estamos tentados de decir que “el mundo es como es” porque se halla en la “encerrona trágica de la civilización”, donde el liberalismo oligárquico impone las reglas del orden económico de la realidad, y donde el liberalismo cultural de izquierda impone una simbolización que sirve apenas para consumo de las “almas bellas” pero que no cuestiona el hecho –mil veces constatado- de que “una forma de civilización puede derrumbarse, y se derrumba. Pero la cultura, no. A la larga, el hombre siente la necesidad de buscarse en lo nacional, en sus cantares y en sus coplas”. Y es esta Cuestión Nacional la que Cristina, como peronista, lleva como parte de su ADN cultural y le permite erguirse ante los líderes del mundo para decirles, cara a cara, que su civilización está al borde del colapso porque viven pisoteando las culturas de los pueblos y su derecho a tener, sobre su propio suelo, una Patria Justa, Libre y Soberana.

Por Carlos Semorile.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

La Patria no es una entelequia





La industria es cosa seria. Genera fábricas, talleres, comercio interior y exterior, equilibra los famosos superávits gemelos –de las balanzas fiscal y de pagos-, y expectativas a futuro con planes de inversión y explotación. Pero también implica nuevos empleos, capacitaciones, estudios “ad hoc”, y en definitiva esos puestos de trabajo que para los de laburantes representan unos mangos, y esos manguitos les permiten sostener “un pequeño horizonte para cada esperanza”.

Por eso, con los números en una mano, y en la otra su corazón de argentina que no quiere ser otra cosa de lo que es, la Presidenta les habló a todos los que forman parte, lo sepan o no, de la industria NACIONAL. Y les dijo que, si de verdad pretenden que sus hijos hereden sus prósperas industrias, necesitan saber que el destino de sus negocios está atado a un proyecto de industrialización y de creciente ampliación del mercado interno.

Porque su responsabilidad es mayúscula, y hay mucho sátrapa suelto dorándoles la píldora. Pero ha pasado mucha agua bajo estos puentes y ustedes, señores, ya son “gauchos grandes” y no deben permitir que los tomen por giles. Entiendan de una vez y grábenselas para siempre –y por su propio bien- las palabras de Cristina: “La Patria no es una entelequia". 

Por Carlos Semorile.


sábado, 13 de septiembre de 2014

Linajes políticos, herencias revolucionarias



No es habitual asistir al nacimiento de un dirigente político de masas, de un hombre que pueda plantarse ante una multitud y encontrar –en medio de la emoción que lo embarga- la calma necesaria para enhebrar las ideas y lanzarlas hacia las compañeras y compañeros, y hacia mucho más allá también. Extraordinario fue, por donde se lo mire, el alumbramiento de Máximo Kirchner, ya no como cuadro de La Cámpora, sino como un hijo de este pueblo que es capaz de conducir, entusiasmar y dotar de palabras y pensamientos a la militancia y a los neutrales también.

Es verdad que “no hay apellidos milagrosos; hay proyectos de país”. Pero también es cierto que existen ciertos linajes políticos que legan unas muy precisas y determinadas herencias revolucionarias. Y Máximo se alzó sobre sí mismo, y con un coraje admirable, nos llamó –como si lo hiciera el propio Néstor– a seguir apoyando a Cristina. La Presidenta que da todas las batallas “con el pueblo como bandera”
   
Por Carlos Semorile.