Tras la marcha convocada por referentes mediáticos
de Cambiemos para repudiar el triunfo opositor, volvieron a circular algunas imágenes
bizarras, como la de una señora con un globo amarillo como vincha.
Como otras
veces en que la oligarquía decidió salir a las calles, todo fue patético. Mucho
ya se dijo respecto del sinsentido de manifestarse a favor de una república
imaginaria, pero negando validez al contundente resultado de las urnas. O sobre
el hecho, también muy sugestivo, de que hayan abierto las vallas pretorianas
que resguardan a un mandatario temeroso de verse interpelado por vocinglerías y
reclamos.
En esta
ocasión, el patetismo tuvo su cuota más alta cuando el candidato oficialista
salió al balcón de la Rosada
para hacer una serie de morisquetas, con su esposa oficiando como “election
planner” y haciéndole pases de “reiki” para sosegar el “capusottiano” desborde
emocional del susodicho. Si se pretendía
demostrar fortaleza, quedó flotando en el aire un aroma a despedida, a
retirada, a final ineludible.
El problema
viene de lejos. No hay más que recordar aquellos festejos tipo “pelotero” para
adultos donde campeaba un “pensamiento piñata”, a la espera del reparto de
cargos que iban a derramarse como golosinas entre los angurrientos
concurrentes. De aquellos “voluntarios”
hoy sólo queda la figura del Mago sin Dientes tratando, desde su penoso candor
de convidado de piedra, de salvar la pilcha en medio de la desbandada.
No es por
ensañamiento que recordamos la soledad de este militante descartado por su
propia dirigencia, sino para reiterarles a muchos que, así como no se debe
cruzar una avenida sin mirar antes el semáforo, tampoco se pueden obviar todas
las señales de peligro que emanan de sectores que ya nos han hecho mucho daño. Con
la “pureza” no alcanza, con la “credulidad” a lo pavo no vamos a ninguna parte:
a partir de cierta edad, la “inocencia” es una suerte de perversidad.
Cuando
compartimos estas imágenes de “señoronas y señorones” de Barrio Norte apoyando
un gobierno que genera miseria, desamparo y muerte, no es porque nos guste
flagelarnos: queremos que los distraídos dejen de fingir demencia, y comiencen
a hacerse cargo del lugar que realmente ocupan dentro del “reparto de la
torta”, y tomen nota de que no figuran “ni a placé” en los planes de los ricos.
Y para que
usted advierta que estos repetidores de “slogans” (los Ceos de las empresas hoy
en funciones de gobierno, los “periodistas serios e independientes”, los
propaladores de “verdades” que no resisten el menor análisis), le han robado el
lenguaje y, junto con el lenguaje, el pensamiento que podría ser el dique para
que se defienda de sus arteros ataques. Recuerde que “Todo el que pretenda imponer su dominio al
hombre ha de apoderarse de su idioma”, y que si usted permite que ellos piensen
en su nombre, es probable que termine como la señora de la foto: con un globo
como cepo alrededor de su cerebro.
Por Carlos Semorile.