martes, 20 de junio de 2017

“¿Qué he sacado con quererte?”



En el amor político pasa lo mismo que en el amor de pareja: puede que llegue un momento en que uno se haga la pregunta del título, y que por toda respuesta deba admitir que así “como cambia el calendario, cambia todo en este mundo”. Y a veces, como en el desamor, las cosas cambian para peor. Por eso fue tan significativo el acto en Avellaneda: los que venimos perdiendo por goleada, fuimos a reafirmar que “antes de amar, debe tenerse fe”. 

Durante un  año y medio buscaron que hocicara, que se rindiera e implorara misericordia. Que se arrastrara a un set televisivo para hacer pública su “autocrítica”, y diese por fenecido el ciclo iniciado en 2003. Que replicara, en suma, lo que tantos otros hacen a cambio de una tregua inestable e indecente. Los demás, los simples, los de abajo, sin certezas, sin “partido” ni medios; sin agachadas, sin dobleces ni traiciones; sino solamente con nuestra fe y nuestro amor, nos abrazamos a la única que levanta la bandera de la esperanza.

Y ella nos respondió con una lección política que nos urge asimilar. ¿Querían “vecinos” e “historias reales”? ¿Pedían discursos sin beligerancias? Acá los tienen pero, si “cambia todo en este mundo”, ahora tienen que ver sus caras y escuchar sus historias, y admitir que todos esos nuevos excluidos se sumen a esta Unidad Ciudadana que no pide certificados de pureza partidaria o ideológica. Sólo pide que antes de amar, deba tenerse una mínima fe.

Por Carlos Semorile.

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