La frase podría haber sido dicha en el reciente Foro
Internacional por la Emancipación y la Igualdad, pero la dijo Estela de
Carlotto. Salió, entonces, de las entrañas mismas de la Plaza de Mayo, y valió
como sepulcro para los paraguas fúnebres del 18F. Con delicadeza, podría seguirse
la senda que abre esta idea formidable y decir que la verdad necesita de
palabras adecuadas, precisas, grávidas del sentido emancipatorio que deben
tener todos los discursos comunitarios. En un nuevo aniversario del inicio del
Proceso de Reorganización, es necesario estar atentos a todos los silencios
cómplices, y aún a todos aquellos balbuceos que, camuflados en envases de
colores, pretenden clausurar el ciclo kirchnerista. Porque está en juego la
única verdad, que es nada menos que el ser de todos y cada uno de nosotros. Eso
es lo que cantamos en la Plaza: que los emancipados queremos ser nosotros
mismos.
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