Anoche, en el Teatro del Viejo Mercado, Juan Martín Di
Salvo presentó su primer disco, “Resolana”, junto a muy buenos músicos que,
además, son sus amigos. No es un dato al pasar porque se nota que Di Salvo admira
y quiere a sus músicos, del mismo modo que adora cada canción de su repertorio.
En rigor, Juan Martín no las llama así, ni dice “el próximo tema”: habla siempre
“de la siguiente obrita” casi como posara su mano en el pecho de los autores y
compositores que nos han regalado semejante hermosura. Porque Di Salvo, acaso
por aquello de su abuelo cantor o acaso por el día en que su padre lo llevó a
escuchar a Eduardo Falú, es un enamorado de la belleza y la música.
Por eso se toca el corazón cuando su dulce voz se
arraiga en las “obritas” mientras que, dulcemente, las ofrece a un público
embelesado por su gracia. Su pasión se desparrama entre las mesas y vuelve en
aplausos de amor después de cada chacarera o cada gatito, compartiendo con
Martín su mirada enamorada ante tanta preciosura. Criollita santiagueña,
Pescadores de mi río, Lejana tierra mía, La enredadera y el ceibo, Vallecito y
Resolana, por nombrar sólo algunas, con tremendos acompañamientos de Hernán
Fredes, Carlos “Piri” Delgado, Pablo Hernán “Fino” Mastromarini y Juan Manuel
Avilano, más las participaciones de Franco Luciani, Eduardo Spinassi y Marcelo
D´ Uva.
¿Dijimos ya que son sus amigos? Ellos también están
enamorados de esas músicas nuestras que le cantan a la mujer a la que nunca le
dijimos nada, y acompañan a Martín en el rescate de obras que no son de las más
transitadas. Di Salvo las fue escuchando una y otra vez, y las sigue leyendo
hasta encontrarle nuevos sentidos. Por eso es un recitador notable en el que
afloran sus lecturas y una sensibilidad puesta al servicio del lucimiento de la
canción y no del artista. Hablamos de un artista exquisito que si es preciso puede
sonar como Zitarrosa o Guarany, pero que canta como si diera una serenata. Allí
está su amada, la mujer o la poesía, y aquí está Juan Martín, su dichoso cantor
enamorado.
Por Carlos Semorile.
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