(Foto:
Graciela Sajavicius)
Quedaron muchas imágenes muy emotivas de la Plaza del
25, pero creo que esta es la más conmovedora de todas. En ella se resume una
devoción laica que muchos sentimos cada vez que oímos la voz de Cristina. Ahí
está, palpable, el silencio de cientos de miles que nos juntamos a escuchar a
la única conductora que tiene esta Argentina renacida de sus cenizas. Es una
estampa de los sufrimientos pasados, de un prodigioso presente que nos arranca
lágrimas de dicha –“Cristina deshidrata”, dice una compañera sabia- y de las
plegarias que elevamos para continuar por esta senda de reparaciones que
necesitamos seguir transitando. Y, finalmente, también es un credo que nos
permite decidir que seguiremos poniendo nuestra sabia en esta tierra.
Por Carlos Semorile.
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