Como en las mafias consolidadas, las que tienen mucho
poder pero también mucho que perder, la Corporación Judicial apuesta al
silencio. Se mantuvieron callados en la época que debieron hablar y ahora, en
el momento que ellos y sus socios perdieron el monopolio de la palabra,
convocan al mutismo. Demasiado tarde, señores. Aquí hay un pueblo que “le tiene
rabia al silencio por todo lo que perdió: que no se quede callado quien quiera
vivir feliz”.
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