El legendario Gregorio Levenson
tiene un bello pasaje de lo que podríamos llamar las “cocinas peronistas”.
Levenson sostiene que para las generaciones “sesenteras” el peronismo fue
narrado y fue “legado” en las cocinas, el ámbito donde se pasa más tiempo que en
casi ningún otro lugar de la casa. Eso fue historia, y de seguro también sucede
hoy: allí “se cocina”, es decir, se pone a punto el peronismo como “cultura del
oprimido”. Pero la lengua popular también usa los términos cocina o comedor
para referirse a la dentadura. Y entonces, podemos pensar que, a partir de
Argentina Sonríe, se abre un nuevo significado de lo que entendemos por
“cocinas peronistas”. Ya no se trata de las cocinas de la resistencia, sino de
la reparación, pieza por pieza, de las sonrisas y las palabras que desarticuló
el neoliberalismo. Porque, de la mano de Cristina, se reafirma que el peronismo
es la cultura y la sonrisa del oprimido.
Por Carlos Semorile.
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