lunes, 3 de agosto de 2015

Redondito y de ricota



Los que alguna vez –en el pasado, el presente o el porvenir- trajinamos las misas ricoteras, sabemos que Aníbal no es careta: va de frente y no miente. Y los que alguna vez –en el futuro, ahora mismo, o hace añares- leímos el Martín Fierro, sabemos que Aníbal es un gauchazo del tiempo de antes: manso con los mansos y torazo en rodeo ajeno. Por todo ello, en Aníbal se conjugan las mejores tradiciones argentinas. Las que no se manchan ni con mil canalladas.

Por Carlos Semorile.

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