Los que alguna vez –en el pasado, el presente o el
porvenir- trajinamos las misas ricoteras, sabemos que Aníbal no es careta: va
de frente y no miente. Y los que alguna vez –en el futuro, ahora mismo, o hace
añares- leímos el Martín Fierro, sabemos que Aníbal es un gauchazo del tiempo
de antes: manso con los mansos y torazo en rodeo ajeno. Por todo ello, en
Aníbal se conjugan las mejores tradiciones argentinas. Las que no se manchan ni
con mil canalladas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario