Decía Raúl González Tuñón –pero lo aprendí de
escuchárselo al Cuarteto Cedrón- que “el tiempo humilla y ultraja todo…, todo
menos la canción”. Y es así nomás. Y si no vean cómo se suceden las
generaciones y, pese a todo lo que nos han hecho, “La Marchita” ni se humillada
ni se ultraja. Y es que “las civilizaciones se derrumban, pero la cultura no”,
y entonces cantamos todo aquello que nos devuelve un imagen digna de nosotros
mismos. Porque, gracias a Dios, nuestros creadores jamás creyeron que fuésemos
una factoría: escucharon al pueblo y, más allá de derrotas circunstanciales,
presintieron la Nación. Y lo mismo hicieron nuestros amados líderes que siempre
supieron, como hoy dijo Cristina, que los desalmados no merecen nuestras
canciones.
Por Carlos Semorile.
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