Vibrante discurso el de Aníbal anoche. Un vendaval de
conceptos y de mística, rescatando la “voluntad calvinista” de Néstor, y la
recuperación de la palabra política durante estos doce años de épica y
reparaciones. Y un emotivo reconocimiento a los jóvenes, no como hijos (que de
eso ya hubo bastante) sino como hermanos menores que están destinados,
inexorablemente, a llevar adelante la revolución sí o sí, y aunque vengan
degollando. Un lujo y un horizonte cierto, porque quien siembra esperanzas,
cosecha voluntades.
Por Carlos Semorile.
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