Hay espejos que deforman y espejos que dignifican. El
terrorismo mediático, junto al anarco-capitalismo financiero y a las usinas de
la opinología berreta, quisieron doblegar al pueblo griego ofreciéndole un
espejo que reflejaba miedo, desesperanza y agonía. Pero Alexis Tsipras confió
en su pueblo, y le dio otro espejo para mirarse erguidos y no agobiados, heroicos
y no vencidos, políticamente soberanos y no sometidos por la dictadura de la
economía neoliberal. Y el pueblo griego se miró en el espejo de la dignidad
recobrada, recordó su historia y le ganó al chantaje. En términos mitológicos,
Zeus venció a Cronos, y le abrió el vientre para que sus hijos vuelvan a la luz
y a la vida. Si perseveran, vendrán años populistas para Grecia, un tiempo
dichoso con su carga de conquistas y reparaciones. Parafraseando a Chico
Buarque, será oportuno “mirarse en el ejemplo de las mujeres y los hombres de
Atenas”.
Por Carlos Semorile.
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