Si habré visto este gesto entre mi madre y sus
hermanas, o entre mis tías, las de sangre y las del alma. Cuánto hay en esa
ayuda de ternura, de caricia, de cobijamiento amoroso y fraterno. La que asiste
y la que se deja asistir, como llegando juntas a un cita con el cariño de una
amistad bonita. Como cuando las amigas caminan agarraditas del brazo, y se
dicen cosas secretas y se ríen y son bellas. E iluminan las vidas de sus hijos.
Y son preciosas, y son nuestras.
Por Carlos Semorile.
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