jueves, 14 de mayo de 2015

"Je suis la lagagne"







Siempre la mismas caras avinagradas. De a muchos, de a pocos, con paraguas, desparaguados, con votos o sin votos la superestructura degradada de la colonia siempre regresa al viejo tronco mitrista. No pueden vivir sin la falsificación burda de la historia: no hay diablo ni Dios ni que los haga apartarse del liberalismo de las instituciones sin democracia, sin pueblo y sin Nación. Ese el ideal: una aristocracia de maulas al frente de la república para que ellos tengan, como decía Buenaventura Luna, otros “cien años de incomprensión y de indiferencia política y social”. Otros doscientos, mil años más lucrando con papeles verdes y pensando en francés. A veces, se les suman algunos desnorteados que, en el fondo, no son bien recibidos en el selecto club de la injusticia. Se parecen al parisino de la balada de Fontova que se quiere trincar a la mucama peruana, y no es más que una lagaña en un ojo lejano y ajeno.

Por Carlos Semorile.

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