jueves, 14 de agosto de 2014

Conducir y profetizar



Decía Jauretche, hablando de los radicales alvearizados en 1934, que “todavía no saben que conducir y profetizar son cualidades inseparables”. Ochenta años después, todavía hay quienes no entienden que Cristina conduce los destinos del país porque sólo ella es capaz de dilucidar adecuadamente los ominosos enigmas con que la esfinge neoliberal intenta hacerle zancadillas al futuro de los argentinos. No se trata simplemente de que la Presidenta expresa que nos quieren ver de rodillas: se trata, además, de que le pone nombre y apellido a quienes –desde oscuros despachos tapizados de infamias- traicionan a la Patria.Y se trata, también, de generar las condiciones para que la Nación sea soberana en sus decisiones y deje de estar a merced del buitrismo de afuera, y del buitrismo de adentro.

Si alguien, piense como piense y siga a quien siga, quiere saber de verdad en dónde estamos parados y hacia dónde nos dirigimos, no tiene otra opción que pararse a escuchar a la única y la más lúcida profeta que tenemos. En este sentido, y volviendo a parafrasear a Jauretche, “el país es ya kirchnerista, aunque no lo sepa”. Y lo es, sencillamente, porque no hay izquierdas ni derechas que puedan hacer una lectura nacional de los problemas nacionales. Frente a todas las encrucijadas, sólo hay salidas kirchneristas porque el resto de las fuerzas políticas del país (y algunos jetones del palo) “todavía no saben que conducir y profetizar son cualidades inseparables”. El liderazgo de la Presidenta es inescindible del proceso emancipatorio argentino porque Cristina, al  conducir, profetiza y acierta. Y es que Cristina profetiza porque, a cada hora de cada día, acierta cuando conduce.

Por Carlos Semorile.

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