lunes, 7 de julio de 2014

Cansados de comer mierda



Además de un merecido triunfo, el pasado partido frente a Bélgica nos dejó una frase memorable de Javier Mascherano: en la previa del encuentro, “el Masche” les dijo a sus compañeros que él quería ganar y avanzar a la ansiada semifinal porque estaba “cansado de comer mierda”. Sin miedo a exagerar, es una arenga excepcional para todos aquellos que tenemos sueños, esperanzas, expectativas, o como les quieran llamar, y que no estamos dispuestos a dejar que se diluyan, se vengan en banda o que directamente nos las estropeen. La médula de nuestras convicciones sobre la construcción de una comunidad emancipada puede debatirse, argumentarse y mejorarse todo lo que se quiera, pero su  fuerza también reside en poder plantarnos y decir que no pensamos retroceder ni un tranco ´e pollo porque estamos cansados de comer mierda.

Se podría decir de un modo menos grosero, o más cercano a la academia, pero perdería gran parte de su sencilla verdad: cada vez que al país lo gobernaron los mercados, las oscuras finanzas y los fondos buitres, las grandes mayorías argentinas terminaron comiendo mierda. De ahí proviene nuestro cansancio. De ahí, también, que prefiramos tener conductores y no simples gobernantes y “representantes”, dóciles con los poderosos y duros con los de abajo. Preferimos tener tipos y minas que se planten y digan “no” todas las veces que haga falta decirlo, cuadros políticos serios que se la jueguen y que a la vez estén preparados para las batallas más difíciles. Y que cuando el destino de la Patria se dirima en lejanos y hostiles escenarios, tengan la garra necesaria para hacer una proclama “a lo Masche” y sepan volver coronados de gloria.

Por Carlos Semorile.

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