miércoles, 23 de julio de 2014

Principiantes del Pensamiento Nacional



Ayer se presentó en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, el libro “Pensamiento Nacional para Principiantes”, escrito por Nerio Tello e ilustrado por Fabián Mezquita. “Pensar en argentino”, es el título de las breves palabras introductorias que escribió a modo de prólogo Norberto Galasso, quien además hizo una atenta lectura del material de Tello y fue el orador de fondo de la noche. “Hubiese querido tener este libro cuando tenía veinte años –señaló Galasso-: me hubiera evitado muchos dolores de cabeza porque la gente de mi generación tuvimos que desaprender muchas cosas para comprender el mundo en el que estábamos viviendo”. A lo largo de su exposición, Galasso refirió algunos episodios de su propia vida para ilustrar con hechos, y no con teorías, esas dificultades del “desaprender” para poder “comprender el mundo”.

Contó, por ejemplo, que en su familia materna había varias maestras y maestros, e inclusive directores de escuela, todos ellos antiperonistas. El único peronista de la casa era su padre, de origen humilde y relojero de oficio. Cuando Galasso sintió las primeras inquietudes políticas fue a consultar a sus tíos maternos porque, siendo “los de delantal”, eran los representantes de la civilización frente a la barbarie. Ellos le dieron a leer unos volúmenes de la Pequeña Biblioteca Socialista, libros que, al decir de Galasso, “parecían escritos por Hermes Binner: un socialismo superficial, de palabra, que en los hechos se oponía a los movimientos populares”. Pero el joven Norberto creyó en lo que decían los libros y fue a conversar con un operario de la fábrica Royal para pedirle le presentase a “obreros socialistas”. “Acá no tenemos de esa mercadería: son todos peronistas”, le dijo el laburante y más tarde le explicó que “si bien los libros no muerden, algunos son perjudiciales”. Otra noche, allá por el año ´56, Galasso fue invitado a sumarse a una mesa del café de su barrio donde se discutía de política. La voz cantante la llevaba un furibundo anti peronista, hasta que un miembro de la resistencia lo cortó diciendo: “Che, pero usted miente como un diario”. “Fue la primera vez en mi vida que yo tomé conciencia de lo que era la libertad de prensa”, remató Galasso.

Recordó también los quince días que su maestra de cuarto grado les estuvo enseñando el recorrido de tres ríos que corren paralelos en Siberia, y que años más tarde aún podía dibujarlos en un mapa. Sin embargo, no supo aconsejar bien a un cliente que arrendó un local sobre la Avenida Juan B. Justo, un alquiler en apariencia sumamente ventajoso. Pero ni él ni su cliente, que seguramente también podía ubicar ríos asiáticos, sabían que por debajo de la aquella avenida corre el arroyo Maldonado: la primera crecida casi arruinó el negocio.

Tiempo antes, cuando estaba a punto de recibirse de contador, Galasso fue a escuchar una conferencia que Jauretche daba por Plaza Italia. En esa charla, Jauretche contó que en la época de FORJA le preguntaron cómo era posible que se afirmara que en el país llovía riqueza si todos andaban “secos”. Jauretche contestó que seguramente se debía a que la Argentina estaba techada, y que ese techo que la cubría por completo “tenía dos canaletas que se llevan el agua a Londres y Nueva York, y que eso deberían enseñarlo en la Facultad de Ciencias Económicas: eso se llama imperialismo. Y deberían enseñar también que Perón no pudo quitar todo el techo, no tuvo tiempo para hacerlo, pero le hizo un agujero grande y por eso ahora nos mojamos; y eso se llama redistribución del ingreso”. Agregó Galasso: “Yo salí de allí con la convicción de que hacía seis años que estaba en la Facultad verdaderamente sin sentido, porque lo elemental lo aprendí esa noche”.

Dijo más cosas anoche Galasso: contó de la charla que tuvo con Jaureteche acerca del divorcio y en la que don Arturo lo desasnó sobre el país profundo donde el problema de los trabajadores golondrinas es poder llegar a casarse y no divorciarse; rescató a San Martín y sobre todo a Mariano Moreno entre los primeros representantes de un Pensamiento Nacional; y con su modo sereno y afable (aunque con estocadas de fina ironía), insistió muchas veces en la necesidad imperiosa de apoyar estos procesos de transformación que no son perfectos, ni mucho menos, pero son lo mejor que tenemos.

Como cierre de la presentación, Jorge Marziali cantó su milonga “Así hablaba Don Jauretche”, en la que presenta lo medular del pensamiento de don Arturo, y de la que rescatamos los siguientes versos: “La Patria tiene salida, con cultura nacional, que es todo lo universal, visto con ojos de criollo, sin comerse los embrollos, del cipayaje local”. Algo así habría que hacer con el propio Galasso, “Así habla Don Norberto”, un libro que reúna las ricas experiencias de su laboriosa vida de investigador y difusor. Porque en este asunto del Pensamiento Nacional, como involuntariamente dice la colección a la que pertenece el libro presentado ayer, todos somos principiantes.

Por Carlos Semorile.

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