viernes, 13 de octubre de 2023

Exterminad a todos los palestinos


   ¿No les hace ruido -léase estruendo -que tantas voces estén condenando por igual al Estado de Israel como a las organizaciones palestinas, reeditando sin pudor alguno la nefasta teoría de los dos demonios?

 

   ¿De verdad creen que se puede padecer una estratégica política de exterminio para apoderarse de las pocas tierras que aún quedan en manos palestinas, y extinguirse sin reaccionar de una forma desesperada?

 

   La politóloga argentina Pilar Calveiro, autora de ensayos fundamentales como “Poder y desaparición” y “Política y/o violencia”, sostiene que la confrontación no debe ser equiparada con la violencia, pues parte de “un lugar inverso” para frenar la violencia ejercida desde “cualquier centro de poder”, y postula la existencia de linajes sociales de resistencia:

 

   “La posibilidad de la confrontación y los modos de realizarla se transmiten entre los grupos sociales y entre las generaciones, construyendo una memoria que se comunica de diversas maneras. Así, se podría hablar de “linajes sociales” de confrontación y resistencia en los más diversos ámbitos, que conservan y “pasan” este aprendizaje. Todo acto de desafío se apoya en experiencias previas y, a su vez, expande la posibilidad de cuestionamiento, presente y futura, de los poderes constituidos” (en “Familia y poder”).

 

   Para debatir con seriedad, la primera condición es no partir de premisas falsas, pues no todas las violencias son lo mismo: la confrontación con el centro de poder parte de ese lugar inverso y siempre supone un desafío. Y ese cuestionamiento tiene una historia que no empezó ayer ni con la confrontación más reciente, pero además genera linajes sociales de resistencia que –por su propio legado al interior de las comunidades- hacen que la dominación nunca pueda ser total, absoluta y permanente.

 

   A no ser claro que, comprendiendo esta dinámica, lo que se busque sea “la solución final” y, en vez de un genocidio por goteo, se propongan borrarlos de la faz de la tierra, o mejor, de esas tierras que tanto codician.    

 

   Si esta es la idea no sólo los israelíes no tienen razón políticamente, sino que tampoco la tendrán históricamente, y seguirán repitiendo el mismo ciclo de barbarie por la que ya en 1979 el cubano Luis Rogelio Nogueras les dedicó su poema “Alto”: “Pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó, pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión (…) Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”.

 

   No los avala ni el pasado ni el presente. Mucho menos el incierto futuro.

 

Por Carlos Semorile.

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