Sigo el lúcido consejo de un compañero y releo los
ensayos de Frantz Fanon. Han pasado 50 años de su muerte, pero sus escritos no
han perdido vigencia, antes bien la han ganado porque problematizó la situación
colonial desde un pensamiento propio, originalmente enraizado en las
tradiciones de un pueblo -el argelino- que luchaba por constituir una nación.
En el centro de sus reflexiones aparece
el tema de la conciencia, que el nativo debe conquistar para liberarse mientras
el colonialismo procura “mantener idénticas la imagen que tiene del argelino y
la imagen devaluada que el propio argelino tiene de sí mismo”. Tan lejos lleva
Fanon sus argumentos que llega a decir que “si la construcción de un puente no
ha de enriquecer la conciencia de los que trabajan allí, vale más que no se
construya el puente, que los ciudadanos sigan atravesando el río a nado o en
barcazas”.
Suena a demasía, y acaso debiera discutirse semejante
afirmación, pero hoy recordé la metáfora del puente y la conciencia a propósito
de un trabajador que, desde Rosario y por teleconferencia, le dijo a la
Presidenta: “Le agradezco por todo lo que hace por la industria argentina con
estos préstamos Bicentenario, para que nosotros los obreros argentinos tengamos
trabajo y cada día vivamos mejor”. Luego de recordar a Néstor por sacarnos “del
pozo donde estábamos metidos”, el obrero José agregó: “Yo tengo diecinueve años
en esta empresa, yo pasé el 2001 y no me lo puede contar nadie, yo sé lo que
pasamos y hoy cómo estamos”. Puede que algunos piensen que esto es mero
“populismo”, pero la fábrica rosarina de paneles aislantes está bien encaminada
porque enriquece “la conciencia de los que trabajan allí”.
Se puede -e incluso se debe- decir más aún, porque el
discurso de José habla a las claras de una esperanza renacida que, entre otras
cosas, implica la superación del mundo estanco, contradictorio y esquizofrénico
que fue el legado de muerte que dejó la Dictadura, y que los distintos
gobiernos democráticos no atinaron a rescatar de su inventado destino de desintegración.
Hasta que vino el kirchnerismo y rescató la política y, con ella -como diría
Fanon- se comenzó a “abrir el espíritu, despertar el espíritu, dar a luz el espíritu”.
Para ser parte de la nueva Nación, alcanza con haber conocido el pozo del 2001,
y saber “lo que pasamos y hoy cómo estamos”. Los compañeros trabajadores que
aplaudieron estas palabras de José, son parte de esa conciencia nacional
que hoy tiene “una nueva dimensión de su existencia”. Porque más allá de bregar
por su recuperación material, la Presidenta anda actualizando a “toda la nación
en cada ciudadano”. Cristina sigue “inventando
almas” que crean en el presente y en el porvenir.
Por
Carlos Semorile.
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