miércoles, 19 de diciembre de 2012

Espectros



“Veo un cementerio de muertos bien rellenos, manando sangre y cieno que impiden respirar”. Los versos de Espronceda pintan bien la desafortunada conjunción entre algunos de los trabajadores mejor pagos del país, y  la infausta fecha en que su líder (y otros oportunistas, aliados suyos) decidieron convocarlos a la Plaza. Desde que Moyano decidió jugar para el país liberal, entró de cabeza al cementerio de la Historia y es por ello que estas movilizaciones, fingidamente cegetistas, tienen mucho de espectral. Ya no convoca por fuera de su aparato, y si lo hace es al costo de permitir que se le adosen los habitantes de nichos putrefactos. O para usar el lenguaje menos hiriente de un politólogo: son sociedades de “suma cero”.
Y el de lenguaje es su otro y enormísimo problema. No es una cuestión que afecte sólo a Moyano, sino a cualquiera que hoy aspire a conducir los destinos de esta comunidad que encuentra en la palabra de Cristina una inédita -y concreta- promesa emancipatoria. ¿Con qué la combate el líder de los camioneros? Con el gastado recurso de apelar a una liturgia, a una simbología y a una identidad que, por ser precisamente la peronista, debería arrastrar automáticamente a las masas hacia los genuinos intérpretes del “justicialismo de Perón y Evita”. Pero ocurre que, por esa vía, lo único que logra es consagrarse a congelar una cultura política en el preciso momento en que las grandes mayorías han decidido vivificar sus mejores tradiciones socialmente justicieras. No hay nada mineralizado o mustio en las palabras siempre  grávidas de sentido de la Presidenta, y es por ello que la Plaza del 9 de diciembre la escuchó en un silencio muy parecido al de una comunión o un rezo. Esa escucha, hoy, sólo la puede lograr Cristina. Es porque los demás celebran fechas ignominiosas, con la memoria perdida y un discurso anclado en el pasado. Y porque el pueblo argentino se permite oír las proclamas de este “raro tiempo de felicidad en que se puede decir lo que se quiere, y hacer lo que se debe”.
Por Carlos Semorile.

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