domingo, 30 de abril de 2023

"El hombre al borde del hombre"


 

Han realizado una serie que nos tiene en estado de conmoción porque es la crónica de una demasía. Siempre todo es demasiado en la Argentina, y por donde quiera que se haga el corte esa energía nos desborda y cualquier análisis nos resulta insuficiente para dar cuenta de por qué y cómo las cosas suceden del modo en que las disfrutamos o padecemos. Lo que esta serie tiene de formidable es que habla de un pibe de barrio que siempre supo ver al “hombre al borde del hombre”.

 

Esa ha sido, me parece, su manera de recibir y reflejar la luz con la que hemos de vivir cada uno de nuestros días. Donde la propia potencia del existir nos somete a una dimensión cegadora, Fito Páez absorbió esa intensidad y nos la tradujo a un sonido que nos permitió vibrar al unísono con lo terrible y lo bello, y a unas letras que llevan la marca indeleble de un tipo de piedad orillera que, sin dejar de querernos mejores, nos reconcilia con todos nuestros pasados y presentes.

 

Uno podría pensar que, siendo sus contemporáneos, estamos inclinados a ser benevolentes con una semblanza que también nos cuenta a nosotros. Al fin y al cabo, como dijo Mauricio Kartun, “por mucho que te acerques, los recuerdos jamás pixelan”. Pero inmediatamente antes escribió “Si vamos a hablar de milagros, hablemos de verdaderos milagros”, como lo son la obra y el pensamiento de Fito, un milagro que se ocupa de la resurrección.

 

Si da gusto ver “El amor después del amor” es porque es un espejo digno que refleja esa pasión argentina por salir de las encerronas más fieras, y hacerlo a través de la cultura popular que en sus himnos colectivos celebra que aún aspiremos a ser una comunidad emancipada, y con artistas extraordinarios que nos brindan sus dones.

 

Por Carlos Semorile.

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