viernes, 1 de junio de 2012

Sarlo y Lanata versus “la astucia de la historia”



En las postrimerías del neoliberalismo, Jorge Lanata conversó largamente con Beatriz Sarlo en la tele. Fue en un programa tipo “periodismo serio”: una mesa, dos sillas y la iluminación apenas indispensable sobre un fondo negro. Me acuerdo poco del conjunto de la entrevista, acaso porque la época no daba más que para diagnósticos anodinos desligados de cualquier épica transformadora. Sin embargo, Sarlo produjo un momento disruptivo cuando postuló que tal vez podría llegar un cambio de la mano de alguna “astucia de la historia”. Con su habitual sarcasmo, Lanata se le rió en la cara y comenzó a chucearla: ¿qué cosa era exactamente una “astucia de la historia”?, ¿en qué sujeto histórico encarnaba semejante entelequia? Sarlo dijo entonces que mientras ellos charlaban, acaso en ese mismo instante, había alguien reflexionando y escribiendo las ideas que terminarían con un ciclo histórico y abrirían otro. Lanata porfió en su escepticismo, pero Sarlo mantuvo abierta la chance de que pudiese producirse un fenómeno como el que vaticinaba al aire. El resto es historia conocida. Tras el derrumbe del país virtual, surgió un hecho inesperado y el peronismo -como dijera Nicolás Casullo- volvió a funcionar como peronismo haciendo, por eso mismo, que se lo ataque tanto por derecha como por izquierda. Dentro de los realineamientos del cambio de época, Lanata pasó por el teatro de revistas y terminó entregando armas y bagajes en la puerta del Monopolio. Por otra parte, no fue Sarlo quien produjo los trabajos que mejor analizan la emergencia, o mejor dicho la irrupción del retorno de la política, sino que esos escritos se los debemos a Ricardo Forster. Ella, ofuscada, olvidó su propio pronóstico y determinó que ahora “la astucia” va de la mano del cálculo en la maquiavélica fábrica de imposturas kirchneristas. Así las cosas, Sarlo cierra aquella discrepancia que la distanciara brevemente de Lanata, y hoy ambos arremeten contra esta “astucia de la historia” que encarna en sujetos tan poco potables. Algo de razón tenía el “progre” Lanata de “años ha”: al vaticinio de Sarlo le andaba faltando carnadura histórica. Pero también voluntad política para aprovechar esas “vueltas que tienen la vida y la historia”. Al respecto, hace pocos días decía Cristina en Bariloche: "Y yo digo las vueltas de la vida y de la historia, pero ojo no son vueltas de la vida y de la historia que se den solas. Para que la historia y la vida den vueltas hay que empujar, y hay que saber empujar para qué lado: para el lado de las transformaciones, de las inclusiones, de las reparaciones". Pocas veces, con excepción de Juan Perón, un estadista fue tan claro al presentar públicamente los dilemas con los que se enfrenta el decisionismo estadual ante situaciones de extrema fragilidad. ¿Podrá comprender la Sarlo toda la dramática que se resume en las palabras de la Presidenta? ¿O habrá que encontrar aquel video en el que pedía por un giro de la política que llegase de la mano de alguna “astucia de la historia”? El futuro llegó, Beatriz. Hace rato.
Por Carlos Semorile.

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