domingo, 28 de agosto de 2022

Otrosídigo


   La épica jornada de ayer nos dejó sobrados motivos para sentirnos orgullosos de lo que somos capaces los peronistas cuando actuamos como movimiento hostigado y perseguido. Y si bien no quiero ni una sola sombra sobre esta alegría que nos merecemos porque la supimos conquistar, tampoco quiero que pasemos por alto que ayer estuvieron a punto de reprimir y/o detener al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, o que olvidemos que apalearon al diputado Máximo Kirchner, ni que filmaron a los manifestantes y dejaron un volquete con piedras para pudrir la convocatoria, o que se detectó a un infiltrado portando un cuchillo. Y si la decisión política de nuestros enemigos es avalar a las fuerzas represivas y a sus servicios para cometer cualquier desborde criminal, es obligación del Presidente y sus ministros (¿Aníbal vive?) resguardar la integridad de la Vicepresidenta y de los demás representantes del pueblo argentino. Cuesta muchísimos años que se formen dirigentes de la talla de todos los nombrados, y no hay que dejar ningún resquicio para que nos los arrebaten. Poniendo el cuerpo, sí, pero también exigiendo que el Poder Ejecutivo ponga los límites institucionales que ayer brillaron por su ausencia.

 

 Por Carlos Semorile.

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