sábado, 3 de diciembre de 2016

“Susurro entre poetas”



(Foto de Roberto Chile, intervenida por Ernesto Rancaño, 2010)

Quien en estos días no esté siguiendo el cortejo que lleva los restos del Comandante desde La Habana a Santiago de Cuba, difícilmente pueda explicarse el universo en el que vive. Esos millones de cubanos de todas las edades, pero especialmente los niños y jóvenes cantando –como en un juramento- “Yo soy Fidel” dan la medida de que “en una sola marcha cabe el mundo”, y de que no fue “vano el gemir en la querella, la angustia lenta y cansancio largo”. Por tanto pueblo volcado en las calles en oleadas de amor y gratitud, por tanta tristeza y congoja, pero también por tanta libertad en las conciencias, diremos junto con el poeta: “Aunque el dolor me anegue, no he de estallar en llanto. Cuando la muerte llegue, le entregaré este canto”.

Por Carlos Semorile.

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