(Imagen:
Oscar Rovito)
Fernando Ulloa fue uno de esos capos que no son tan
conocidos como nos convendría a todas y a todos. Su profesión era el
psicoanálisis pero, como toda persona que pone a funcionar el bocho con pasión
y buen criterio, nos legó algunas reflexiones que van más allá del ámbito de la
terapia. Ulloa sostenía que muchas veces las instituciones promueven
“encerronas trágicas” que dejan a los sujetos a merced de situaciones donde no
pueden recurrir a un tercero que les proporcione “miramiento”, ternura y buen
trato. Se trata de una “cultura de la mortificación” que acentúa, al mismo
tiempo, el desamparo de las víctimas y la crueldad de los victimarios. Y esto
es lo que nos va a suceder a todos si el Congreso no se interpone para evitar
que la gobernanza neoliberal de la Troika (Cambiemos-Clarín-Partido Judicial)
nos entregue maniatados en esta fiera encerrona trágica y a merced de la
infinita crueldad del Capital.
Por
Carlos Semorile.
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