viernes, 10 de octubre de 2025

Intemperie


 

Cientos de miles de palestinos regresan, a partir de un precario y -ya violado por Israel- alto el fuego, hacia el norte de Gaza. Los espera la intemperie más feroz: la de sus barrios arrasados, la de los miles de muertos entre los escombros, la de sus escuelas, hospitales y demás edificios públicos reducidos a polvo y cenizas, la de los servicios inexistentes, la acechada por las fuerzas sionistas de ocupación.

El retorno a su tierra está atravesado por la más angustiante incertidumbre. No es que no sepan lo que les espera, porque justamente vienen de haber padecido “todas las formas de menoscabo de lo humano”. Sus vidas han sido supliciadas en el altar de un supremacismo que, por la boca de sus líderes, no ha vacilado en considerarlos menos que humanos, y por un proyecto imperial que los necesita exterminados.

Es un pueblo que conoce como pocos lo que significa resistir desde la intemperie, sin que los asista nadie porque sólo han contado con la solidaridad simbólica de los pueblos del mundo, pero no de los gobiernos y mucho menos de los organismos internacionales que, salvo algunos casos puntuales, no han hecho nada por impedir la monstruosidad de un alevoso genocidio que el planeta ha visto suceder en tiempo real.

El dizque acuerdo de paz no los contempla como sujetos de derecho, y es probable que sus tierras sean convertidas en una riviera israelí que repita, en un nivel fastuoso, lo mismo que vienen haciendo desde 1948. Y si esto llega a ser así, la intemperie nos alcanzará a todos.

Por Carlos Semorile.