martes, 17 de abril de 2012

"Puro ripio"

El plenario de comisiones por el tema de YPF fue, para quienes lo vimos televisado, un episodio premeditado de estoicismo. ¿Qué curiosidad morbosa puede llevarlo a uno a escuchar los agravios hacia el gobierno? Sin percatarse, creo, del daño que se hacen a sí mismos, senadoras y senadores del arco opositor volvieron a perpetrar un acto de lesa homogeneidad: todo parejito y achatado, la medianía misma aún cuando en algún momento hayan ensayado el elogio de la vehemencia del viceministro Kicillof. Para decirlo todo de una vez: las palabras de la opo son “puro ripio”. Puro ripio, es decir: un discurso insalvablemente pobre, materia en bruto sobre la que no parece haberse producido ninguna intervención de la inventiva o del trabajo humano. Así las cosas, no es de extrañar que el kirchnerismo ocupe largamente el centro de la escena política. Lo hace con hechos, con liderazgo y, especialmente, con palabras. Hay un abismo entre el discurso de Cristina y el balbuceo inconexo y vacilante de quienes sólo buscan esmerilarla. La oratoria de sus oponentes, por necesidad de mantener un espacio que está real o imaginariamente amenazado, termina entonces contestando desde lugares que el paso de los años –y sobre todo de estos últimos años- han dejado deslegitimados, y sin chances de hacer anclaje en sectores importantes de la sociedad. Son como antiguos amantes a los que el trancurso del tiempo, brutal e impiadoso, los ha privado del arte de la persuasión. Y es que en la nueva Argentina de la palabra emancipada, el ripio hablado ya no seduce a nadie.

Por Carlos Semorile.


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