En “Memorias
de Adriano”, el emperador revela una parte del secreto de su capacidad
política: “Preveía con bastante exactitud
el porvenir, cosa posible cuando se está bien informado sobre la mayoría de los
elementos del presente”. Sin embargo, unas páginas más adelante, Adriano
reconoce: “Mis inquietudes subsistían,
pero las disimulaba como si fuesen crímenes; tener razón demasiado pronto es lo
mismo que equivocarse”. O como pedía Carlos Olmedo, evitar ser una “pequeña patrulla extraviada”.
Así nos
sentimos quienes tratamos de advertir a nuestros compatriotas que iban a ser
groseramente estafados una vez que ungieran a un personaje que daba para un
sainete, pero no para un drama que él se encargó –con la complicidad del
macrismo, pero también de muchos que ocupan bancas o gobernaciones y
traicionaron el mandato de sus electores peronistas- de convertir en tragedia. ¿Nos
adelantamos a poner las cosas en estos términos? ¿Es aún “demasiado pronto” para muchos?
El dibujo que
acompaña este texto, “La escrotosierra”, también suma a estas mismas
reflexiones: cuando Tomás Müller lo publicó el 3 de abril de 2024 no hacía ni
cuatro meses que se había iniciado un nuevo ciclo de arrasamiento de los
derechos de las grandes mayorías, pero este artista -“bien informado sobre la mayoría de los elementos del presente”- ya
podía profetizar el retorno del daño para quien (parafraseando a Olmedo) nunca
entendió que “la motosierra pesa, pero no
piensa”. ¿Lo advierten sus votantes o todavía debemos disimular nuestras
inquietudes “como si fuesen crímenes”?
No demoren: el tiempo es sangre.
Por Carlos Semorile.
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