lunes, 19 de febrero de 2018

Lo crudo y lo cocido



No hace falta ser Lévi-Strauss para percibir que “la restauración infracultural” nos va llevando en el sentido contrario al de la evolución humana y que, si no le ponemos un freno, pronto vamos a pasar de lo cocido a lo crudo. No es por una cuestión estética que nos alarma que Macri diga “atractividades”, sino porque entendemos que semejante indigencia lexical nos abisma a un desierto de la lengua donde el pensamiento cesa. El presidente más rico y más enriquecido de la historia es apenas un pordiosero del lenguaje y, en ese vacío cultural, vuelve a brotar “la aspiración al genocidio”. Genocidio de voces y de miradas, de un orden fundado en reglas que garantizan el común vivir; genocidio de minorías y de derechos y, al final, genocidio de las grandes mayorías, condenadas a apagar el fuego de sus cocinas y a comer las sobras del inmoral festín de estos oligarcas impiadosos y brutales.

Por Carlos Semorile.