Alguna vez escribimos que en la política argentina pasa un poco –un poco bastante, a decir verdad- lo mismo que pasa con el folklore, que está lleno de “tradicionalistas” que son los dueños de las figuras, de sus legados y de la exégesis que debe hacerse sobre los mismos. Y que quienes controlan los diccionarios -políticos y folklóricos, puntualizamos ahora- determinan qué cosas pueden decirse, dónde es adecuado decirlas y cuándo guardar un silencio prudente y cómplice.
El sábado en el Festival de Jesús María, Peteco Carabajal tuvo un gesto
de coraje cívico que cualquier criollista no dudaría en calificar como tradicional
de los nativos de estas pampas. Hoy los “tradicionalistas” salieron a cruzarlo
por su atrevimiento, usando el lenguaje de las investiduras que deben
respetarse, aunque los ungidos vengan degollando. Cuando discutamos de verdad los legados y los diccionarios, se verá cuántos reaccionarios se cobijaron bajo
el generoso poncho del folklore, que los legitimó como artistas masivos sin que
nunca dieran una prueba de defender en serio los intereses populares.
Por Carlos Semorile.
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