lunes, 21 de junio de 2021

Vientos de rebelión - Aniversario de Wolfe Tone y de la Batalla de Vinegar Hill


 

Robert Dwyer Joyce fue un folklorólogo de la música tradicional irlandesa, un poco como nuestros Carlos Vega, Juan Draghi Lucero y Juan Alfonso Carrizo, con la diferencia de que Joyce contribuyó al acervo con sus propios poemas y canciones. Entre sus composiciones más conocidas, se mencionan “El herrero de Limerick” (su patria chica), “Los chicos de Wexford”, y “El viento que agita la cebada”, estas dos últimas inspiradas en el Levantamiento de 1798.

 

Dicha rebelión estuvo protagonizada por los “United Men”, también conocidos como la Sociedad de Irlandeses Unidos, a cuyo frente estaba el abogado dublinés Wolfe Tone, de religión protestante. Según el ensayista irlandés Declan Kiberd, “la corta alianza entre ‘católicos, protestantes y disidentes’, decretada por su líder republicano Wolfe Tone contra la fuerza de Inglaterra, jamás volvería a repetirse”.

 

La sublevación estaba inspirada en la cercana Revolución Francesa de 1789 pero no lograron el éxito esperado y sólo se continuó combatiendo en unos pocos condados. Uno de ellos fue Wexford, al cual pertenece la localidad de Vinegar Hill donde los últimos rebeldes cayeron enfrentando a las muy superiores fuerzas inglesas. 

 

Wolfe Tone había llamado a romper la relación con Inglaterra, y la respuesta fue proporcional a la osadía: en sólo tres meses, los británicos mataron a 30.000 irlandeses, cifra que resuena en nosotros como un eco de nuestros desaparecidos. Como dice el investigador sueco Sven Lindqvist: “A lo largo del siglo XVIII se dieron excepciones vergonzosas al proceso de humanización de la guerra. De él se excluyeron, sobre todos los demás, tres tipos de oponentes: rebeldes, infieles y salvajes. Según los ingleses, los irlandeses pertenecían a las tres categorías a la vez”.

 

Tras aplastar el levantamiento, el Imperio decretó el Acta de Unión de 1801 por la cual ambos países quedaban bajo la autoridad de Londres. La segunda consecuencia llegó tiempo después, cuando de los cientos de fosas comunes comenzó a germinar la cebada que los irlandeses llevaban como alimento para el combate. Doscientos años más tarde, Ken Loach tomó la frase de Joyce para titular una de las mejores pelis de todo el cine social y político. Lleva el nombre de esa balada que un rebelde le canta a su amada cuando, “con el corazón roto”, escucha “el viento que agita la cebada” y se dispone a reanudar la lucha.

 

Por Carlos Semorile.

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