jueves, 10 de junio de 2021

Pádraig Pearse, poeta, educador, revolucionario y presidente


 (Imagen: busto de Pádraig Pearse en Plaza Irlanda, Capital Federal)

En el recorrido de Pádraig Pearse y de su escuela St. Enda´s podemos ver cómo se dio la amalgama entre el nacionalismo cultural y el activismo político insurgente que iba a protagonizar las jornadas del Alzamiento de Pascua. Además, es relevante señalar que quien escribe la Proclamación de la República Irlandesa es –amén de poeta- un educador.

Con sólo 16 años Pearse ya publica artículos en el diario de La Liga Gaélica, La Espada de la Luz, y siete años después –en 1903- se convierte en el editor de este periódico donde ya venía publicando sus ideas acerca de la educación. Esos planteos encontrarán su forma más acabada en “La máquina de asesinar”, un ensayo que comienza ironizando acerca de las expectativas que el parlamentarista John Redmond tenía puestas en el Autogobierno y en su capacidad de reformular el sistema educativo irlandés, cuya ingeniería de origen y factura inglesa procuraba formar funcionarios para las necesidades del gobierno colonial: “Una máquina no puede hacer hombres, pero puede romperlos. Una de las cosas más terribles del sistema educativo inglés en Irlanda es su crueldad (…) En Irlanda se alimenta con toda la materia humana en bruto, se apodera de ella inexorablemente y desgarra, comprime y vuelve a moldear, y lo que no puede remodelar según el patrón de regulación lo expulsa con toda la semejanza de su antiguo yo aplastado, una cosa magullada y sin forma, a partir de entonces considerado desperdicio”.

En 1908, Pearse abandona de la dirección del diario para fundar una escuela “como no se viera en Irlanda desde el Vuelo de los Condes”. El colegio St. Enda´s va a reunir a un cuerpo de profesores de excelencia que van a impartir sus clases en irlandés -salvo las materias técnicas que se daban en inglés-. Como rechazaba la idea de moldear alumnos según un patrón preconcebido, quiso inspirar al alumnado y para ello buscó promover el vínculo discípulo-maestro tal como se daba en el sistema de acogida de la tradición celta, cuando los padres enviaban a sus hijos a formarse con otras familias. El St. Enda´s sólo era para varones, pero más adelante funcionó el colegio St. Ita´s dedicado a las mujeres.

La disciplina principal era la historia y se estudiaban los grandes ciclos gaélicos, el Feniano y el del Ulster. En el mismo sentido de rescatar las tradiciones, los alumnos aprendían música y danzas irlandesas, y asimismo deportes gaélicos –pero como algo aparte de las clases de educación física, que eran toda una novedad para la época- También les impartían clases de latín, griego, alemán, francés e irlandés con el objetivo puesto en provocar amor al conocimiento. Los alumnos de St. Enda´s también tenían clases de teatro, y llegaron incluso a representar obras donde se exaltaban valores como el heroísmo. Y es que en Pearse se conjugan los grandes temas de la Liga y del Renacimiento Literario: por ello suele decirse que es el puente entre ambas corrientes del nacionalismo irlandés.

En 1915, ya muy comprometido con una de las organizaciones que protagonizarán el Alzamiento, dirá en el funeral del líder feniano Jeremiah O´Donovan Rossa: “Nuestros enemigos son fuertes, listos y cautos (…) Creen que han pacificado Irlanda. Creen que han comprado a la mitad de nosotros y han intimidado a la otra mitad. Creen que han previsto todo, creen estar preparados para todo (…) ¡Insensatos, insensatos, insensatos! Nos han dejado a nuestro feniano muerto, y mientras tumbas como esta estén en Irlanda, la Irlanda sometida nunca estará en paz”. Como dice Pearse, los ingleses no habían “previsto todo” y por eso el Alzamiento de 1916 los tomaría de sorpresa pese a los informes que sus servicios de inteligencia hicieron llegar al Castillo de Dublín.

Superando algunas gruesas desinteligencias de último momento, el lunes de Pascua de 1916 los miembros de los Voluntarios Irlandeses y del Ejército Ciudadano Irlandés se reunieron frente a la sede del Sindicato de Trabajadores, dando cumplimiento a la profecía que había hecho uno de los líderes del movimiento Irlanda Joven, Thomas Davis: “Ahora ya tenemos un movimiento literario. Esto no es muy importante. Vendrá seguido de un movimiento político. Eso no será muy importante. Entonces vendrá un movimiento militar. Eso es lo que será realmente importante”.

Según John O´Beirne Ranelagh, al mediodía de ese 24 de abril “(James) Connolly y Pearse se dirigieron con un grupo (…) y entraron corriendo en el edificio de Correos (…) convirtiéndolo en su cuartel general durante cinco días. Allí James Connolly se dirigió a sus hombres y les dijo que ya no eran miembros del Ejército Ciudadano Irlandés ni de los Voluntarios Irlandeses, sino del ‘Ejército de la República Irlandesa’”, es decir el IRA –por sus siglas en inglés-.

Luego de tomar los principales edificios de Dublín, Pádraig Pearse leyó frente a la Oficina Central de Correos la Proclamación de la República Irlandesa, la cual lo tenía como presidente designado: “El Gobierno Provisional de la REPÚBLICA IRLANDESA al Pueblo de Irlanda. IRLANDESES E IRLANDESAS: En el nombre de Dios y de las generaciones muertas de las cuales recibió su vieja tradición y nacionalidad, Irlanda, a través de nosotros, convoca a sus hijos bajo su bandera y se rebela por su libertad (…) En esta hora suprema la Nación Irlandesa, por su valor y disciplina y por la disposición de sus hijos para sacrificarse por el bien común, es prueba fehaciente por sí misma del destino al que es llamada”.

Desde el punto de vista militar estaban condenados a sostener las posiciones conquistadas, las cuales no podrían sostener por demasiado tiempo. Sin embargo, en base a heroísmo, tenacidad y capacidad de resistencia y creatividad, dieron una formidable batalla que obligó a que los ingleses movilizaron a tropas que creían estar siendo trasladadas a Bélgica. Con singular impiedad, Dublín fue sitiada, ametrallada y bombardeada.

El escritor James Stephens, testigo del bombardeo inglés sobre Dublín (en teoría parte del Imperio), escribió: “Nuestra memoria histórica es muy tenaz, cierto; pero durante la extensísima y miserable odisea de nuestra relación, nunca nos han dado una sola muestra de generosidad que recordar, y no pueden pedirnos nuestro afecto o fervor hasta habérselos ganado. Somos gente buena, casi los únicos cristianos que quedan en el mundo; no hay nación que haya demostrado tanta tolerancia increíble hacia sus opresores como nosotros hemos mostrado siempre hacia ustedes. No hay nación que haya perdonado a sus enemigos como nosotros los hemos perdonado a ustedes, una y otra vez a lo largo de generaciones de desdicha, y la persistencia de nuestra tolerancia solo puede compararse con la persistencia de sus maltratos”.

El sábado 29 de abril, Pearse –en tanto presidente del gobierno provisional de la República Irlandesa y, a la vez, comandante en jefe del IRA- rindió sus fuerzas ante la inmensidad de la brutalidad británica y con el fin de no sacrificar más vidas. 

El general inglés a cargo de la represión –un hombre que había peleado en la sanguinaria Guerra de los Bóers- ordenó que los comandantes rebeldes fueran siendo pasados por las armas como represalia a su osadía, y para escarmiento de Irlanda toda. Seis de los siete firmantes de la Proclamación y ocho rebeldes más fueron fusilados por goteo en un lapso de diez días. El primero en caer fue nada menos que el poeta-maestro-presidente Pádraig Pearse, fusilado el día 3 de mayo: la represalia también se cobraría la vida de su hermano William e incluiría la ocupación del colegio donde se formaron tantos jóvenes que participaron del Alzamiento, el St. Enda´s.

Cuando Yeats escriba la elegía de esa semana crucial, dirá que “Una terrible belleza ha nacido”. El objetivo no se alcanzó, pero se consiguieron otras cosas muy importantes Los hombres y mujeres de 1916 sabían que podían fracasar en términos inmediatos pero que dejaban abonado, con hechos y con palabras, un camino para que la generación siguiente pudiese triunfar.

Como escribió Sergio Kiernan: “La rebelión de 1916 fue, en cierto modo, una patriada perdida, lo que Jauretche llamaría una chirinada, un gesto poético y una feroz forma de dar la vida por la patria. Fue también un anacronismo a la manera de los levantamientos de 1798, pensada para conmover y para despertar a los irlandeses. Funcionó en eso, pero la generación que tomó la posta y ganó la guerra de independencia ya tenía otra formación, otro horizonte y otras palabras. Sobre todo, tenían la voluntad y la imaginación de ganar, podían concebir una Irlanda que no cayera en el dolor del fracaso sino que tuviera su día y su retorno a la nacionalidad. Un país así fundado es un país que tiene a la literatura y a la palabra muy cerca de su centro”.

Por Carlos Semorile.

No hay comentarios:

Publicar un comentario