(Imagen: busto de Pádraig Pearse en Plaza Irlanda, Capital Federal)
En el recorrido de Pádraig Pearse
y de su escuela St. Enda´s podemos ver cómo se dio la amalgama entre el
nacionalismo cultural y el activismo político insurgente que iba a protagonizar
las jornadas del Alzamiento de Pascua. Además, es relevante señalar que quien
escribe
Con sólo 16 años Pearse ya
publica artículos en el diario de
En 1908, Pearse abandona de la dirección del diario para fundar una escuela “como no se viera en Irlanda desde el Vuelo de los Condes”. El colegio St. Enda´s va a reunir a un cuerpo de profesores de excelencia que van a impartir sus clases en irlandés -salvo las materias técnicas que se daban en inglés-. Como rechazaba la idea de moldear alumnos según un patrón preconcebido, quiso inspirar al alumnado y para ello buscó promover el vínculo discípulo-maestro tal como se daba en el sistema de acogida de la tradición celta, cuando los padres enviaban a sus hijos a formarse con otras familias. El St. Enda´s sólo era para varones, pero más adelante funcionó el colegio St. Ita´s dedicado a las mujeres.
La disciplina principal era la
historia y se estudiaban los grandes ciclos gaélicos, el Feniano y el del
Ulster. En el mismo sentido de rescatar las tradiciones, los alumnos aprendían
música y danzas irlandesas, y asimismo deportes gaélicos –pero como algo aparte
de las clases de educación física, que eran toda una novedad para la época-
También les impartían clases de latín, griego, alemán, francés e irlandés con
el objetivo puesto en provocar amor al conocimiento. Los alumnos de St. Enda´s
también tenían clases de teatro, y llegaron incluso a representar obras donde
se exaltaban valores como el heroísmo. Y es que en Pearse se conjugan los
grandes temas de
En 1915, ya muy comprometido con
una de las organizaciones que protagonizarán el Alzamiento, dirá en el funeral
del líder feniano Jeremiah O´Donovan Rossa: “Nuestros enemigos son fuertes,
listos y cautos (…) Creen que han pacificado Irlanda. Creen que han comprado a
la mitad de nosotros y han intimidado a la otra mitad. Creen que han previsto
todo, creen estar preparados para todo (…) ¡Insensatos, insensatos, insensatos!
Nos han dejado a nuestro feniano muerto, y mientras tumbas como esta estén en Irlanda,
Superando algunas gruesas desinteligencias de último momento, el lunes de Pascua de 1916 los miembros de los Voluntarios Irlandeses y del Ejército Ciudadano Irlandés se reunieron frente a la sede del Sindicato de Trabajadores, dando cumplimiento a la profecía que había hecho uno de los líderes del movimiento Irlanda Joven, Thomas Davis: “Ahora ya tenemos un movimiento literario. Esto no es muy importante. Vendrá seguido de un movimiento político. Eso no será muy importante. Entonces vendrá un movimiento militar. Eso es lo que será realmente importante”.
Según John O´Beirne Ranelagh, al
mediodía de ese 24 de abril “(James) Connolly y Pearse se dirigieron con un
grupo (…) y entraron corriendo en el edificio de Correos (…) convirtiéndolo en
su cuartel general durante cinco días. Allí James Connolly se dirigió a sus
hombres y les dijo que ya no eran miembros del Ejército Ciudadano Irlandés ni
de los Voluntarios Irlandeses, sino del ‘Ejército de
Luego de tomar los principales
edificios de Dublín, Pádraig Pearse leyó frente a
Desde el punto de vista militar estaban condenados a sostener las posiciones conquistadas, las cuales no podrían sostener por demasiado tiempo. Sin embargo, en base a heroísmo, tenacidad y capacidad de resistencia y creatividad, dieron una formidable batalla que obligó a que los ingleses movilizaron a tropas que creían estar siendo trasladadas a Bélgica. Con singular impiedad, Dublín fue sitiada, ametrallada y bombardeada.
El escritor James Stephens, testigo del bombardeo inglés sobre Dublín (en teoría parte del Imperio), escribió: “Nuestra memoria histórica es muy tenaz, cierto; pero durante la extensísima y miserable odisea de nuestra relación, nunca nos han dado una sola muestra de generosidad que recordar, y no pueden pedirnos nuestro afecto o fervor hasta habérselos ganado. Somos gente buena, casi los únicos cristianos que quedan en el mundo; no hay nación que haya demostrado tanta tolerancia increíble hacia sus opresores como nosotros hemos mostrado siempre hacia ustedes. No hay nación que haya perdonado a sus enemigos como nosotros los hemos perdonado a ustedes, una y otra vez a lo largo de generaciones de desdicha, y la persistencia de nuestra tolerancia solo puede compararse con la persistencia de sus maltratos”.
El sábado 29 de abril, Pearse –en
tanto presidente del gobierno provisional de
El general inglés a cargo de la
represión –un hombre que había peleado en la sanguinaria Guerra de los Bóers-
ordenó que los comandantes rebeldes fueran siendo pasados por las armas como
represalia a su osadía, y para escarmiento de Irlanda toda. Seis de los siete
firmantes de
Cuando Yeats escriba la elegía de esa semana crucial, dirá que “Una terrible belleza ha nacido”. El objetivo no se alcanzó, pero se consiguieron otras cosas muy importantes Los hombres y mujeres de 1916 sabían que podían fracasar en términos inmediatos pero que dejaban abonado, con hechos y con palabras, un camino para que la generación siguiente pudiese triunfar.
Como escribió Sergio Kiernan: “La rebelión de 1916 fue, en cierto modo, una patriada perdida, lo que Jauretche llamaría una chirinada, un gesto poético y una feroz forma de dar la vida por la patria. Fue también un anacronismo a la manera de los levantamientos de 1798, pensada para conmover y para despertar a los irlandeses. Funcionó en eso, pero la generación que tomó la posta y ganó la guerra de independencia ya tenía otra formación, otro horizonte y otras palabras. Sobre todo, tenían la voluntad y la imaginación de ganar, podían concebir una Irlanda que no cayera en el dolor del fracaso sino que tuviera su día y su retorno a la nacionalidad. Un país así fundado es un país que tiene a la literatura y a la palabra muy cerca de su centro”.
Por Carlos Semorile.
No hay comentarios:
Publicar un comentario