La “Francia Republicana”, que salió a manifestarse en apoyo de alcaldes e instituciones (más bien sus edificios), debe considerar -al igual que aquí- que el pueblo de la nación es una execrencia que debería no existir. (Recomiendo ver esas imágenes: se trata de “la Francia blanca”, “chic”, y todas y todos bastante mayores -ni un sola persona joven-, y ya sabemos lo que Jauretche decía de estos rejuntes sin destino histórico-).
El muchachito
asesinado en un control policial era de origen argelino y esta caricatura evoca
la ocupación francesa de Argelia, cuando el FLN atacaba los bares donde paraban
quienes martirizaban a sus compatriotas. La política francesa aplicada a partir de la ocupación del país árabe
en 1830 buscó terminar con la propiedad comunal de la tierra, para lo cual “Los jefes militares han desarrollado (…) en
los soldados franceses la ferocidad necesaria para llevar a cabo lo que esos
verdugos llaman “restablecimiento del orden” (…) De hecho los soldados, cuando
han estado quemando aldeas y masacrando a tribus argelinas durante años,
resultan aptos para ensangrentar las calles de nuestras ciudades (…) Todos los
generales versalleses pasaron por esa escuela” (Benoît Malon citado por
Kristin Ross en “Lujo Comunal”).
Una vez entrenados en masacrar
tribus, los generales franceses podían llevar su salvajismo del campo a la
ciudad, como hicieron al aplastar en 1871
El exterminio del pueblo argelino –del que salió, no lo olvidemos, la “guerra contrarrevolucionaria” en la que se formaron los genocidas argentinos-, parece haberse “introyectado” a los suburbios franceses. Para los “galos puros”, los nuevos franceses siguen siendo extranjeros. La paradoja es que sean los descendientes de Vercingétorix quienes se dedican a sitiar a los “bárbaros”, y sean a la vez sitiados por ellos.
Este racismo entronca con la histórica brutalidad de las fuerzas de seguridad francesas. En “La Orquesta Roja”, Gilles Perrault recoge el testimonio de un oficial nazi durante la ocupación de París: “aunque nos reprochan nuestra falta de humanidad, aquí no utilizamos la totalidad del material de tortura que nos dejaron los franceses”. ¿Por qué la “Francia de las Luces” elude siempre mirarse en este espejo?
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