Ni El
Floridita, ni La Bodeguita del Medio. El lugar para ir a presenciar lo que en
este presente está alumbrando la vanguardia de jóvenes músicos y creadores cubanos
queda en los límites de El Vedado, y abre de jueves a domingos desde que
comienza la nochecita hasta las 2 de la mattina. El lugar se llama Fábrica de
Arte Cubano y hace honor a su nombre porque en sus distintas salas hay
espectáculos de danza, cine y teatro, exposiciones de pintura, fotografía y
diseño gráfico, pero también se realizan desfiles de moda y se hacen muestras
de arquitectura, planeamiento y diseño industrial.
Esta antigua
fábrica de aceite reúne todo lo bueno que las cubanas y cubanos están haciendo
hoy en cada una de las mencionadas disciplinas, con el agregado de que la
programación cambia semana a semana y, sobre todo en ciertos rubros, inclusive
día a día: no es lo mismo lo que vas a ver o escuchar el jueves que el domingo.
También depende del recorrido que uno decida hacer por cada una de sus
"naves" o espacios que conectan unos con otros y, a la vez, con los
ámbitos abiertos donde están situados los diferentes chiringuitos en los que es
posible beber y comer por dos mangos. En esos patios, la gente -en su mayoría
jóvenes, pero no exclusivamente- hace una pausa, conversa, toma un trago en
amistosa o amorosa compañía y se airea antes de volver a disfrutar de lo que
ofrece cada nave que, como mínimo, es de muy bueno para arriba.
En algún
sentido, nos recordó lo que en una época lejana prometió ser el Centro Cultural
Recoleta y que después, de manera mortecina, se fue apagando entre burocracias
y sensateces. Por el contrario, la Fábrica de Arte Cubano está
"encendida" en todos los sentidos imaginables, y por ello se llena de
gente que (del baile a la escucha, del impacto a la reflexión, y de la
contemplación a la dicha) cada noche goza con el talento, la creatividad y el
estado de gracia y de cubanía plena de sus artistas.
Por Carlos Semorile.
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