lunes, 15 de julio de 2024

La civilización del marasmo


 

El sábado salió otro gran artículo de Sandra Russo cuyo título, “Los únicos privilegiados”, refiere a que una de las mejores tradiciones sociales argentinas viene siendo socavada por el desgobierno del ungido.

 

Dice Russo que el pasado 9 de Julio pensó “en los niños que no comen y que saben que la leche y la carne están en alguna parte inaccesible. Que saben que el Estado no los quiere alimentar”. Una hambruna deliberada.

 

Más adelante, agrega algo que sabe cualquiera por el sólo hecho de ser humano: “No somos avatares. Venimos al mundo incapaces de sobrevivir por nuestros propios medios y necesitamos del amor de alguien para seguir vivos. Los niñxs, con su sola existencia, contradicen al homo tecno que no necesita comer ni sentir ternura”. La “cultura de la mortificación”, como la llamaba Ulloa, es exactamente eso: ni cobijo, ni miramiento, ni ternura.

 

Ante la “escandalosa saña contra las infancias” que lleva adelante la ultraderecha, Sandra Russo postula la única postura ética posible que, además, tiene la virtud de ser hija del sentido común y la empatía:

 

“Esas criaturas recién llegadas que nos necesitan. Todos necesitamos que nos necesiten alguna vez en la vida, porque eso nos hace humanos. Es cuidar hasta darle tiempo al hueso, como en la anécdota de Margaret Mead, a que se suelde.

 

Nosotros como adultos, como seres amantes, como militantes, como buena gente, no podemos permitir que los niñxs sean entregados al hambre y a la muerte. En lo racional, en lo emocional, en lo político y en lo moral, la lucha durará hasta que los niñxs vuelvan a ser los únicos privilegiados. Sin metáfora. Así, tal cual”.

 

El extraordinario acierto de este cierre es el de apelar a la memoria cultural de la comunidad argentina, hoy brutalmente agredida por una nueva cruzada civilizatoria que pretende rediseñar el país como colonia. Y porque la pelea de fondo siempre se da entre la civilización de los poderosos en guerra contra las culturas de los pueblos. Esa cultura que supo hacer realidad que los únicos privilegiados fueran los niños, y que hoy se ve amenazada por esta civilización del marasmo que los aniquila.

 

Carlos Semorile. 


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