domingo, 10 de abril de 2022

El agrimensor del espíritu de la tierra


 La obra “Scalabrini Ortiz” (Teatro El Picadero, sábados a las 17:30 hs.) es una proeza de la dramaturga Florencia Aroldi, cuyo texto conjuga de modo virtuoso aspectos sobresalientes de la vida pública y privada de este gran pensador nacional. Sin adelantar nada de la trama, sí hay que decir que en escena está también la que fuera su compañera de toda la vida, Mercedes “Mecha” Comaleras, una mujer tan formidable como extraordinario fue el amor que hubo entre ellos.  

 

Alejandra Darín y Pablo Razuk encarnan a “Mecha” y a Raúl con el mismo cuidado con el que la prosa de Aroldi se acercó a la intimidad de sus personajes para iluminar palabras, silencios y gestos. Si ciertos pasajes épicos emocionan hasta las lágrimas (como el conocido relato de Scalabrini sobre la jornada del 17 de Octubre de 1945 –aquí Razuk deja el pellejo-), no conmueven menos los diálogos llenos de sobreentendidos de esta pareja de luchadores a los que nunca les sobró nada.

 

Ambos asumieron el no reconocimiento: “Nosotros éramos y somos místicos de la realidad. Queríamos la realidad por sobre todas las cosas y creíamos y creemos que ella encierra una magnitud de mundo que trasciende de aquello que pueden palpar nuestros elementales sentidos. Así, en nuestra pesquisa, dimos en descubrir lo que después debía aparecer como evidente para todos: que el cuerpo nacional nos pertenecía solo con la estricta condición de permanecer en servidumbre de un interés, de una inteligencia y de un espíritu ajenos (...) Tanto trabajo para demostrar algo que cuando sea comprendido será tan evidente que parecerá una obra estúpida la que estoy realizando (...) Y nuestros hijos asombrados preguntarán un día: ¿Cómo pudo nuestro padre ser tan tonto para perder media vida en demostrar una cosa tan sencilla?”.

 

Esa “cosa tan sencilla” ha vuelto ha quedar oculta para millones de compatriotas a los que este singular agrimensor les dedicó, para que ellos y sus descendientes tuvieran un porvenir emancipado, sus laboriosas horas de investigador, ensayista y pensador. La obra de Aroldi es tan sobria como el propio Scalabrini. Y es tan estremecedora como lo sigue siendo la scalabriniana mixtura de misticismo y realidad.

 

Por Carlos Semorile.

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