martes, 29 de octubre de 2019

El canto y las tradiciones (bis)

Hace cuando hace cuatro años y monedas, el Foro Internacional por la Emancipación y la Igualdad comenzó y concluyó del mismo modo: con exhortaciones a recuperar el canto y las canciones. “La patria que hemos soñamos tiene el nombre del futuro: cantemos para ella nuestra mejor canción”, fueron las muy elaboradas palabras de la ministra Teresa Parodi en el inicio de la primer jornada. Por su parte, en el cierre, la diputada portuguesa Marisa Matías recordó los versos de “Grândola, Vila Morena” (“Tierra de fraternidad, el pueblo es quien más ordena dentro de ti, oh ciudad”), una canción significativa durante la Revolución de los Claveles, es decir dos años antes que Matías naciera.

Dentro de muy poco, va a cumplirse el cuarto aniversario del nacimiento de una promesa que nació como canto, se multiplicó como juramento, y finalmente se depositó como ofrenda ante la misma destinataria y ante nuestro presidente electo: “Vamos a volver”. Alguien podría argumentar que cuatro años no son nada en el devenir de la historia de una nación, pero soy de los que sospechan que este canto que parimos colectivamente va a perdurar en la memoria del Pueblo.
   
Desde luego, nadie desea que sea necesario tener que volver a entonarlo frente una nueva derrota, pero perdurará como señal de un compromiso asumido hacia una líder y, fraternalmente, también hacia todos aquellos que comprendieron la singularidad de un ciclo político de impensadas reparaciones y de conquistas de derechos. Desde ese inicio, el “Vamos a volver” se fue radiando hacia la comprensión de muchos más que lo fueron asumiendo como propio, como bandera de esperanza.

Así se escuchó anoche en el Parque Los Andes, cuando las columnas –que muchas veces no eran tales, sino simples montoneras de compañeras y compañeros- iban llegando a celebrar un triunfo que nos costó cuatro años de desdichas, de agravios, de persecuciones, de insultos y chicanas, de profundo desprecio por la historia y el legado político de las grandes mayorías argentinas, y que a muchos les costó –y aún les cuesta- la cárcel, y a otros inclusive les arrebató la vida.

Y todo eso afloró anoche en las gargantas de la multitud que se abrazó entre Chacarita y Villa Crespo para decirle a la Historia que volvimos porque nunca nos fuimos. Porque somos la sustancia invariable de la Patria, la única que no puede ni podrá faltar jamás toda vez que se pretenda hacer el balance de su riqueza material y espiritual.

La que en el medio de las insondables coordenadas del tiempo sideral, va ordenando los ciclos de su conciencia histórica y le canta a las multitudinarias generaciones del porvenir que, pase lo que pase, y le pese a quien le pese, siempre “Vamos a volver”.

Por Carlos Semorile.

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